¿Recordáis el pelota que había en vuestra clase cuando
ibais a EGB o al Instituto? Yo, tengo que reconocer, que en EGB nunca tuvimos
un pelota en la clase, pero sí en el Instituto. Normalmente, por lo que dicen,
tendía a ser un chico pero que peloteaba por igual tanto a maestros como a
maestras. En el mío se llamaba Francisco (el pedía que le llamaran así. Nada de
Paco, ni Kiko, ni Francis, ni Paquito, ni Curro, ni nada. Era bastante
repelente, pero, normalmente, ya suelen ser así los buenos pelotas con el resto
de sus compañeros. Afectuosos con sus docentes. Groseros con el resto de la
clase).
¿Qué es un pelota? Un pelota es alguien que para conseguir
algún beneficio presente o futuro adula a otro, en este caso en concreto, a un educador
(o varios, porque ahí va otra máxima del buen pelota: “la fidelidad es cosas de
pringaos”. Lo siento por la expresión pero era lo que se decía en mi época).
Pero, ¿Sabéis cual es uno de los origines de la frase eres
un pelota cual es? Parece ser que antiguamente se llamaba pelotas a las
prostitutas o amantes de los hombres adinerados (estas mujeres hacían y decían
cosas del gusto de los hombres que las mantenían para que siempre las
prefiriesen a ellas y no a otras, forjándose así, su nombre de “primeras
pelotas de la historia”).
En un artículo leído esta mañana he encontrado a otro
pelota de aquellos que claman al cielo por su forma de actuar de manera tan
BENEPLACITA y en pos de un beneficio, sin lugar a dudas, a corto o largo plazo.
¿A quién me refiero? A Pedro, el fiscal anticorrupción. Este, dice, que el juez
Castro, no está siendo sensato a la hora de imputar a Cristina. Que no se ha
abstraído de los juicios paralelos. Pedro, considera, que el juez Castro, corre
el riesgo de caer en “la mera especulación, cuando no la pura ficción”. ¡Madre
mía! Esto sí que es un pelota con un par de ellas obviamente, de adorno. Nadie,
en su sano juicio (nunca mejor dicho) tendría que tener miedo a declarar ante
un tribunal. Y me parece francamente absurdo que por evitar algo, que es lo más
normal del mundo cuando uno está imputado, que no quiere decir culpable por lo
poco que yo sé de leyes, temer una silla que está en un juzgado. ¿De qué es la
silla? ¿De polillas carnívoras hambrientas? ¿O es que se acaba de aprobar en
España, con esto de las leyes Express, el traer la silla eléctrica para hacer
declarar a los acusados? Sinceramente, a no ser que la silla corra peligro de
maltratar de alguna forma al que se sienta en ella, por ser, por ejemplo, de
sauce boxeador como poco, no tendría que temerse tanto a que una persona se
siente en ella y de su versión de los hechos. ¿No busca el departamento de
anticorrupción desenmascarar a los corruptos? Pues este acto de declarar no
tiene que tener mayor trascendencia alguna. Si alguien es inocente, como dice
Pedro, el fiscal anticorrupción, no hay nada que temer. Y si verdaderamente se
teme que el juez Castor se preocupa más por los medios de difusión mediática de
información, que él, me refiero a Pedro, sea el primero en dar ejemplo no
echando mas leña al fuego. Si hay que declarar se declara y punto. No es nada
malo y si lo hay, que se hubiera pensado mucho antes, cuando dispuestos como
estaban, tanto Cristina como Iñaki, de una posición de poder y bien remunerados
por pertenecer a la Casa Real, no se hubieran dedicado a “jugar al Monopoly”
con el dinero de verdad de los contribuyentes españoles.
MORALEJA: Alexander Dumas, escritor y
novelista francés, dijo: “No hace falta conocer el peligro para tener miedo;
de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor”.
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