Las personas tenemos la mala costumbre de creer al primero
que entra o a último que sale de nuestras vidas. ¡Es una tara que llevamos
todos con nosotros! Mas yo abogo más por escuchar todas las versiones y en que
cada cual, llegue a las conclusiones que desee con la información que tenga
(cuanto más mejor).
La abdicación de su majestad Don Juan Carlos I ha llevado
consigo millones de motivos susurrados, millones en excusas pensadas, millones
de opiniones recabadas por expertos o no tanto, y verdades, nos guste o no, que
sólo él sabrá.
Uno de los principales motivos que se han considerado tras
su renuncia al trono en pos de su hijo, fue el caso que manchó de lleno la Casa
Real, tras el estallido del Caso Nóos en el que fueron implicados directamente
tanto el yerno del rey, Iñaki Urdangarín, como su propia hija, la infanta
Cristina. Incluso dijeron que hasta su propia alteza estaba implicada en este
caso cosa que aún está pendiente de resolver. Junto a este mismo asunto, la
infanta y su familia, fueron apartados de España e incluso se llegó a decir que
para ayudar a su hija, hasta el propio rey había llegado a un pacto secreto
para evitar que ella entrara en la cárcel.
En la actualidad, lo último que conocemos según las
noticias, es que un nuevo escrito de Urdangarin retrasa el cierre del 'caso
Nóos' (el duque pide que Hacienda aclare si ha tenido en cuenta sus alegaciones
en las que culpaba de las irregularidades fiscales a las empresas), según lo
publicado en El diario Vasco.com en
pasado 18 de junio.
Otro de los motivos dijeron que era la salud del monarca
(tras su ya conocidas intervenciones, el rey presentaba un aspecto casado,
inflado y sus estabilidad, cada vez era más inestable).
Entre el abanico de excusas se ha llegado a decir desde que
fue obligado por una de las sociedades secretas conocidas (algunas son las
informaciones que señalan que la decisión de abdicar de Juan Carlos I
como rey de España se tomó en la última reunión del club Bilderberg, un grupo
de influyentes personajes que supuestamente deciden qué cosas han de ocurrir en
el planeta a nivel financiero, laboral y gubernamental) como que había sido
requisito con quien había adoptado el pacto para que su hija no fuera
implicada, el dejar la corona en manos de su hijo, como que era el momento
adecuado y más preciso para el país (después de lo Bostwana, cualquier momento
hubiera sido el ideal para dejar el cargo. Tras la implicación de Urdangarín y
posteriormente de Cristina en un caso de malversación de fondos públicos pese a
su elevado nivel de vida, muchos fueron los que pensaron y desearon que el rey
traspasara sus poderes para el bien de la sociedad y de España en general).
De opiniones es muy difícil de enumerarlas todas pues hay
tantas como personas hay en este mundo. La opción de la tercera de republica,
era una de las más deseadas por un amplio sector de la población que veían una
oportunidad perfecta ya que la Corona Española había dejando bien claro que no parecía
entender, por activa y por pasiva, las necesidades verdaderas de su pueblo (un
pueblo que pasa hambre pues hay más de cinco millones de personas sufren
exclusión social extrema en España).
Dentro de las verdades nunca las sabremos sino es de boca
de los propios protagonistas de esta historia que son más de los que creemos.
Lo que está claro que a fecha de hoy España ha sufrido un
cambio. Aún es demasiado pronto para discernir si será positivo o negativo pero
que ha sido impuesto, eso no me lo discute nadie.
Si se buscaba un nuevo futuro para la nación, se debería
haber escuchado que deseaba la población, la gente verdaderamente afectada por
todo lo que está sucediendo a todos los niveles en este país. Sin embargo, una
sucesión es algo impositivo que no beneficia al entendimiento, sino al
sometimiento, una vez más, de la población en pos de una corona.
En definitiva, que ni los motivos, ni las excusas, ni las
opiniones, ni las verdades ocultas, nos han librado una vez más, de tener que
“callar” y de “agachar la cabeza”.
MORALEJA: Jorge Arrate, abogado, economista,
académico, investigador, escritor y político chileno, dijo: “La
sociedad expresa, cada vez que puede, aspiraciones que el sistema político no
registra cabalmente. Los ciudadanos, por exclusión, autoexclusión, desesperanza
o sometimiento a la disciplina social, son rehenes de un mecanismo cuya sensibilidad
está cada día más desmarcada del sentir popular.”
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