SIN ESPERA
Llegaste tarde,
demasiado tarde
para seguir
esperándote
ni un minuto más.
Llegaste tarde,…
yo ya no estaba.
No dejé nada
por si venías.
Si llegabas tarde
una vez más,
no hacía falta
decir nada.
¡Todo estaba dicho!
Tus besos los recuerdo
como latigazos cuajados
de espinas embusteras
mal disfrazadas.
No hubo promesas
(tú nunca prometes).
Incluso las que no
dijiste jamás,
no ante mí,
si ante otras.
¡No voy a volver!
La espera fue larga,
interminable, inaguantable.
¡Me fui! No voy a regresar.
No pasa nada.
Lo quisiste así.
Un final real
para una historia
ilustrada por unas manos
que dibujaban abrazos
y se veían sumidas
en millones de pedazos
recubiertos de ausencia.
Llegaste tarde,
demasiado tarde
para seguir
esperándote
ni un minuto más.
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