¡UN DÍA CUALQUIERA!
Llegó el momento preciso.
Llegó el mes esperado.
Llegó la semana indicada.
Llegó el día y la hora señalada.
Tú no llegaste. Me dejaste sola.
Soñé cada noche con tu boca.
En mi piel se tatuaban
cada noche tus caricias,
el rumor de tu cuerpo desnudo,
la infinidad de tu pasión descontrolada.
Esperé mucho y no me importó.
¡Las prisas no son buenas!
(nunca me gusta la prisa
cuando hay que devorarse
entero o a medias).
¡No te veo! ¡No estás aquí!
Un móvil te entretiene,
te distrae el dolor,
te divierte hasta los gemidos
de la otra habitación
que no somos nosotros,
ni tú ni yo.
¡Mi alma llora por dentro!
No me siento mujer,
quiero vestirme,
salir corriendo,
imitar por una vez
y para siempre la huida
mas sorprendente
que haya existido
hasta la fecha.
No sé como me quedo
y aguanto el tipo
(en el fondo soy alguien
que sabía muy bien a lo que iba.
Nada de romances.
Nada de amor.
¡Eso no va con nosotros!
Sólo sexo, sólo deseo,
… a solas los dos).
No estamos desiertos
y los que susurran a nuestro alrededor,
sólo te molestan a ti
(yo me pedí el día entero
para pasarlo a tu lado.
¡Valía la pena arriesgarse por ti!).
La despedida hiere,
hace que el dolor
se manifieste por entero.
(¡Lo oculto! Es lo adecuado).
Debería estar triste,
(quizás llorar un poco y todo).
Pero me siento
aliviada de escaparme
de despertarme del mal sueño vivido
que parecía no tener fin.
‘¡Ni siquiera hubo
un saludo como
dios manda!’ me digo.
Me miro en el reflejo
de una ventanilla sucia
en el tren de retorno.
¡No volveré a pasar por esto!
¡No me merezco
se tratada como nada!
No todas estamos preparadas
para hacerles hervir
hasta el pensamiento
con una mirada.
No todas podemos
hacerles soñar con
el paraíso en la tierra.
No todas somos
princesas de cabellos dorados,
agraciadas de forma,
mujeres de bandera.
Algunas sólo tenemos
nuestra prosa,
nuestra lírica,
nuestro verbo
y poco más
(esto jamás ha precipitado
a un hombre a caer por entero
en un lecho una mañana cualquiera).
Lo aprendí mal.
Asimilé demasiado tarde
el no estar hecha
para estar a solas
en una habitación para dos.
¡Duro! ¡Rutinario!
¡Como si hubiera sido
un día normal de mi vida!
Sin pasión, sin deseo,
sin temblar por entero,
sin estremecerme como hembra.
¡Un día cualquiera!
Uno más tan solo.
¡Sólo eso!
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