Coger el móvil y olvidarte hasta de tu propio pin. Arrancar
la clavija del teléfono y que arda Troya si es que ha de hacerlo. No conectar
Internet, ni actualizar el Facebook, ni el Twiter (aunque te gustaría devolver,
ojo por ojo, todas las fotos recibidas por ellos durante el agosto, cuando aún
no tenías vacaciones, con otras de tu propio verano vivido a partir de su
vuelta).
Apreciar cuanto vale un silencio y cuanto daño hace el
tener demasiada prisa para vivir. Coger el coche y conducir en dirección a
ninguna parte sólo por el placer de llevar una buena compañía a tu lado y
disfrutar plenamente de ella. Caminar por la playa y adentrarte en un mar
desierto de madrugada sin temer absolutamente nada. Desnudarte y colarte en la
piscina pública sin ser visto para poder chapotear a las tres de la mañana como
Dios te trajo al mundo. Zambullirte en un agua caliente y dejar que los minutos
pasen entre burbujas interminables que te relajan por todas las partes de tu
cuerpo (incluso las mas recatadas y pudorosas).
No saber en que día vives, ni en que hora. Despertarte
tarde, dormir la siesta, dormirte en la arena de la playa y despertarte con la
luna. ¡Vivir! ¡Vivir! ¡Vivir!
En los placeres diarios cuando el reloj marca hasta cuando
tienes que respirar, no puedes apreciar ni el musgo que nace entre baldosa y
baldosa sobre el suelo de hormigón que pisas. ¡Hay vida ahí abajo! Y la ha
habido y la habrá siempre, aunque tú no mires a tus pies.
Chasquea tus dedos y comprueba cuan efímero es su sonido.
La existencia humana no tiene más vida que ese simple chasquido y nadie sabe
cuando acabará ese rumor vital casi imperceptible. Pese a todo, seguimos
volviendo, corriendo, acelerando, tocando el claxon con inquina. ¡Así somos!
Seres que tenemos lo mejor ante nuestros propios ojos y no sabemos, para nada,
disfrutarlo (o quizás sólo un poco y en época estival).
A la vuelta todo sigue igual. No sólo los de Forbes se
rieron de nuestras patéticas explicaciones sino todo el mundo ante una pregunta
en otro idioma que no fue entendida (simplemente porque no quería ser
respondida pese a la ignorancia del idioma que también tuvo que ver mucho con
la cuestión formulada).
Corrupción, falta de legislación aplicada como es debido
(doble justicia, doble rasero, doble ganas de engañar,… doble de todo hasta de
dosis de analfabetismo). Conflictos, posibles guerras, muertos que fallecieron
y nadie recuerda de manera oficial. ¡Catorce días fuera del mundo y el mundo
sigue igual!
MORALEJA: Elbert Hubbard dijo: "Nadie necesita
más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas".
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