DE RODILLAS
Aquí estoy otra vez
arrodillado ante ti,
con los ojos vendados
por tus miedos.
¡De rodillas como el penitente!
Soy un creyente
que no espera
que no espera
que su plegaria
llegue a uno oídos,
que entre susurros,
no quieren volver
a oír lo que dicen unos labios
pecadores como los míos.
¿Qué esperanza le queda
a aquel que perdió
hasta su nombre?
La esperanza del maldito,
la esperanza del errante,
la esperanza del mendigo,
la esperanza del moribundo.
Sólo me gustaría poder
mirarte como ayer,
como no te he mirado nunca
y ver a alguien que lucha,
que no se deja vencer,
que no morirá entre tinieblas
por miedo a ver la luz.
¡Quítame la venda!
¡Déjame verte!
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