SI AYER NO HUBIERA PASADO NUNCA
Hubo un martes
con significado para mí.
Despertaba con ganas de verte,
con esperanzas de escucharte,
de sentirte, de tocarte.
Contaba hacia atrás las horas,
me agobiaba si el reloj se paraba,
si alguien no corría ese día,
si intentaban robarme
minutos de tu compañía.
No hace tanto de eso.
El tiempo ha pasado muy rápido
pero esto fue justo ayer,
cuando aún creía en ti
y en tu recuerdo.
¡Hoy ya es tarde!
Ya es muchas horas tardes
tantas que podían completar
un año de mil días y quinientas noches.
Si Ayer no hubiera pasado nunca
aún tendrías una posibilidad
pero el Hoy arrasó con fuerza
no dejando nada a lo que poder
prender de nuevo fuego
en esos bellos martes.
A partir de ahora todos
los que venga querré
matarte, mutilarte, verte arder
por entero de principio hasta el fin.
Desearé sentirte agonizante,
fracasado, sin alma.
Anhelaré arrancarte,
uno a uno, todos mis recuerdos
(eliminarme para siempre de tu vida
es lo que buscaré por entero).
Se que ahora tu ego estará
siendo henchido por minutos
con cada una de mis palabras,
que te creerás inmortal para mi mente,
que pensarás que jamás podré olvidarte.
Tienes razón. Yo no me engaño.
¡No podré olvidarte!
Mi corazón no podrá olvidarte,
mi mente no podrá olvidarte
pero ni cuerpo,… no te recordará nunca.
Mi cáncer mortal fuiste tu,
esa enfermedad enquistada
que me atacaba dejándome sin fuerzas.
No hubo químio, ni radioterapia
que pudiera matarme de mi para siempre.
Cuando daño hiciste castellano,
cuantas veces te cambiaste de camisa
que hasta lo colores pintaban
en tus honores pulcros
según el país que estabas
cual bandera desgastada
(si en Cuba te hubieran visto defender
al potentado en la tierra madre,
el asere ya no podría
pasearse
con tanta libertad entre tanta
gente de bien siendo sus ropas
azules en vez de ese rojo
sangre que tanto gusta por allá).
Ni siquiera en eso fuiste sincero
con los que te llamaban
primo, hermano, hijo. ¡
¡Que lástima no ser alguien entero!
A medias en todo y para todo,
sin llegar, sin existir, sin profundizar,
… sin ni siquiera dejar vivir en paz.
¡No todos buscaban tu ayuda!
Muchos sólo deseaban
que no hubieras existido jamás.
Al final siempre la misma charla,
la misma verborrea recurrente
de alguien sin carrera,
sin estudios superiores,
que espera aparentar ser
más inteligente con esa charla
“políticamente” bien ensayada.
Perfecto, “padre”.
¡Lo hiciste genial!
Volviste a perderme
pero que más te da.
¿A cuántos más podrás embaucar?
¿Cuántas más se derretirán
en las manos de un hombre
que pinta a invierno
en cada pliegue de su cuerpo?
El tiempo pasa y llegarán
muchos martes más a mi vida.
Ninguno más con tu nombre ni tus apellidos.
Si Ayer no hubiera
pasado
nunca tu ahora estarías aún aquí;
pero Hoy arrasó sin
remedio
y, sin duda,… yo lo prefiero así.
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