Se que cuando buscas un sueño es duro verlo escapar una y
otra vez. Los sueños nos dan esperanza, nos ayudan a levantarnos cada día de
mejor humor. Los sueños, en definitiva, alimentan al alma con tremenda fuerza.
Mas para alimentar el alma hay algo primordial que también hay que alimentar
para poder seguir, no sólo soñando, sino también viviendo. Para soñar, para
estar vivos hace falta alimento para el cuerpo.
Un ser humano puede vivir cuarenta días sin comida y sólo
cinco sin beber. El año 2020 está demasiado lejos para que sus cimientos
estuvieran construidos, como la muralla china, sobre los cadáveres de aquellos
que murieron para hacerlo realidad, de aquellos que por falta de alimento, de
agua, tuvieron que perecer por la “Grandeza de un imperio” que de imperio ya no
tiene apenas nada.
Cuesta pensar que tantas personas lloraran hoy al conocer
el veredicto, más que justo, que hacía que Tokio fuera la sede que amparará los
juegos del 2020. ¡Llorar no es malo! Es bueno cuando la causa es noble. Pero yo
me pregunto,… ¿Qué nobleza hay en ser la mano ejecutora de más hambruna? ¿Qué
nobleza hay en ser insensibles contra las necesidades básicas del ser humano?
¿Qué nobleza hay en no escuchar al pobre, al hambriento, al necesitado?
Me gustaba cuando la palabra NOBLEZA significaba algo
dentro de la sociedad. Y no me refiero a nobleza como ‘Clase o grupo social
formado por los nobles de un país o un territorio’ sino a ‘Generosidad,
honradez y total ausencia de maldad en una persona, en su comportamiento, su
actitud o sus acciones’. Pero está más que claro que en una sociedad moderna,
guiada por seguir sometiendo al trabajador por debajo de unas normas absurdas
que ni fomentan el empleo que ayudan en la dignidad humana, hay poca cabida para
las palabras GENEROSIDAD y HONRADEZ con mayúsculas. Mas bien se busca que el
SOMETIMIENTO y la SUMISIÓN formen parte de un vocabulario más que es escaso por
falta de recursos para una educación igualitaria para todos (están andando
hacia atrás para mitigar que la gente pensemos. Cuando se dieron cuenta que las
personas que estudian y que alimentan su mente, son malos trabajadores a los
que doblegar, permitieron que poco a poco, la incultura y la falta de nociones
básicas sobre lectura y aprendizaje, fueran haciendo mella a través de todos
aquellos que se negaban a estudiar ya fuera por vagueza, ya fuera por trabajo, ya fuera por ser de fuera. Pero eso
no impidió para nada que los que quisieran aprender lo hiciera y eso no les
gustó nada. Entonces empezaron a trazar un plan que poco a poco ya es un hecho:
eliminación de centros públicos, recortes de becas, subida de impuestos para
acceder a la educación,… Y todo esto en tiempo de crisis como volviendo a
instaurar, POR DECRETO, la SUMISIÓN eternamente buscada. ¡El conocimiento no
está en los centros sino en las personas que los imparten! Un profesor, un
doctor, un académico impartirá conocimiento donde quiera que esté y será
escuchado porque todo lo que trasmite en su voz, con su sabiduría, es digno de
escuchar. El problema, el problema mas duro es que, por mucho que ese
conocimiento siga y haga crecer a mentes privilegiadas a su alrededor, lo que
manda es un titulo, un certificado, algo que acredite que se han asumido los
conceptos mas allá de lo que de veras se ha aprendido. ¡IMPORTA UN PAPEL
FIRMADO! Pese al conocimiento mas que adquirido. De nuevo la sumisión sometida
a revisión ultrajando una y mil veces más, el poder adquisitivo de aquellos que
nunca fueron ladrones de guante blanco).
Las lágrimas cayeron, la gente quedó decepcionada, la falta
de “lecciones aprendidas” sobre un idioma quedo arto visible a los ojos de
mundo (tampoco todos los que pueden costear unos estudios asimilan los
conocimientos como para poder hablar en público). El país se libró de una losa
que ya pesaba pese a existir. ¿Cuánto tardarán en buscar un nuevo peso sobre
nuestro pecho que nos imposibilite respirar? ¡Poco! Demasiado poco. Sólo aquel
que no trabaja tiene tiempo para inventar nuevas formas de torturar a un
ciudadano de un país llamado España.
MORALEJA: Juana de Ibarbourou (1895-1979)
Poetisa uruguaya dijo: “Porque ninguna
lágrima rescata nunca el mundo que se pierde ni el sueño que se desvanece”.
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