ME DICES
Me dices que para mí todo se acabó ya,
que con la forma y el decoro,
poco me queda ya que hacer
(parir un par de hijos, criarlos,
celebrar sus momentos
y ver como sus vidas siguen,
mientras la mía, ya no
me dejará vivir nunca más).
Me dices que no puedo estudiar
(eso es cosas de la edad,…
ya tienes demasiados
para aspirar a nada más).
Me dices que debo besar
a diario la mano eclesiásticamente
consagrada con un anillo dorado
hasta el fin de mis días
(como esposa,… no me
queda a nada más a lo que aspirar).
Me dices que para mi se acabó el soñar,
se acabó el esperar, se acabó prácticamente todo.
¡Te equivocas!
Nunca supiste de mí
ni la mitad.
Mimaré cada noche mis pecados
y los haré mas reales
que cualquiera de los que ya existieran.
Retozaré con la noche hasta
hacerla completamente mía.
Fornicaré con las personas indefinidas
que no conozca ni mi nombre,
que no me quieran,
que sólo busquen carne,
que sólo quieran hembra.
Arrasaré con los credos
de dos en dos,
de cuatro en cuatro,…
de doce en doce.
¡Nunca existió nadie como yo!
Lo digo a boca llena,
con la fuerza de los treinta y seis,
con la intensidad que me da
el sentirme terriblemente viva.
Inventaré nuevas materias
cursadas hasta quedar bien saciada,
inmensamente aprendida
de la boca al espíritu
sin dejar de por medio
ningún poro bien lubricado
con la ímpetu de una fiera.
Al final, si existe uno,
no sé que quedará de mí.
Pero para que se pudra en vida
un cuerpo rebosante de existencia,
mejor corromperlo estando vivo,…
así al menos yaceré serena
en la tumba pensado:
¡Si que has vivido vida mía!
No hay comentarios:
Publicar un comentario