LOS OLVIDADOS
‘¿Quién
eres tú?’
Aquí estas, a mi lado,
llamándome amado
con tus manos.
¡No te recuerdo!
Tu aroma no me es familiar,
ni tampoco tu voz,
ni siquiera tu precioso
rostro angelical.
‘¿Qué me pasa?’
me digo, y en mi
rememorar primero
siempre el vacío
de lo que fue
que no se si he vivido.
‘¿No
tuve pasado amor mío?’
Me miras y te alegras
que te llame amor.
Por un instante
siento que eres
como una canción
que no consigo memorar,
como un te quiero
que no recuerdo haber dicho,
como un abrazo
que ni sé si existió.
¡Es tan duro hacerse viejo!
No es un nacer a la inversa,
ni un volver a la inocencia,
ni un pecar de la niñez de nuevo.
Es morirse sin recuerdo,
caerse en la soledad de una casa
que en el ayer estuvo tan viva
con risas de niños por todos lados.
¡Ahora nadie llama ya a la puerta!
El teléfono no está desconectado,
pero jamás suena.
¡Somos los olvidados!
Aquellos que nadie recuerda,
los que se van sucumbiendo
lentamente
cada día, a cada hora y poco más.
‘¿Quién
eres tú?
¡No
te recuerdo!’
‘Soy
tu reflejo.
Duerme
tranquilo esta noche.
Quizás
mañana ya no siga aquí’.
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