El espectáculo de
dominó es sencillo y artístico: alguien coloca unas piezas en una
determinada distancia formando formas, figuras, pequeños “juegos” para cuando
una pieza, la primera, sea tirada, todo vaya con la inercia del primer toque,
encadenándose una con otra hasta llegar al final.
El efecto domino no deja de ser una consecuencia de algo
que pasó de una forma, y por su inercia, por lo errado del golpe, de la
distancia, de la fuerza de todas las piezas cayendo a la vez, sigue su camino.
Lo raro es que mientras lo vemos, pese a que no tienen ningún sentido, dejamos
que ocurra, deseamos ver hasta donde llegará la dimensión del fallo y cuantas
personas serán capaces de no darse cuenta de que nada es como debería que ser.
A veces, el percatarse del error es cuestión de décimas de segundo. Otras de
segundos. Cuando pasan más de medio minuto, habría que analizar si todos los
integrantes poseen las facultades para actuar ante una situación de presión con
la cabeza clara porque, visto lo visto, hay algo que no funciona del todo bien.
Para muestras un botón: Se produjo en el México-Eslovaquia
del Mundial Sub-17 femenino. Todo empezó con dos tiros libres y después se
desató la confusión total. La jugadora del equipo contrario, sacando de su propio
campo, metió en su propia casta. Aquí no acaba la cosa. El otro equipo, al ver
lo sucedido, sacan la pelota de la cancha del contrario y se van hacia su
propia cancha para meterla. A esto se le llama efecto domino. No puedo decir
que el acto en si, sea de estupidez o idiotez humana. ¡Todos erramos! Pero por
lo cómico de las escena, y todos que hayas leído alguna vez a Mortadelo y
Filemón sabréis de que estoy hablando, a mí me recordó a eso, a una escena
cómica que, hasta la fecha, sólo había visto protagonizar a ellos dos. La que
yo recuerdo, era en un partido de fútbol que se suponía que había una bomba
dentro de un esférico. Mortadelo está haciendo de jugador, corre atravesando
todo el campo de un lado al otro y mete un gol. Se le acerca uno y le dice…
“¡Muy bien echo! ¡¡¡PERO ESA ERA NUESTRA
PORTERÍAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!” Haciendo perder el
encuentro a los suyos.
Siendo un poco mala, y permitírmelo pues al ver la escena
por primera vez, me ha entrado tremendo ataque de risa, me imagino a la
jugadora, la primera que comete el fallo, demostrando su valía y metiendo la
canasta en vez de dos puntos desde abajo, haciendo un mate como los de la NBA
(con rotura de cristales incluida de aquellos que luego salen como las diez
mejores jugadas de la semana). La chica alucinada por su gran hazaña, sus
compañeras con la boca abierta y mientras tanto, las del otro equipo, queriendo
remontar marcando de tres en su propia canasta a dos segundos antes del fin del
encuentro dando vencedores al equipo contrario con el que estaban empatado a
puntos tras el mate (no es ser mala, lo prometo. Es culpa de esta mente tan
imaginativa que a veces, me juega malas pasadas de las que sólo yo soy
consciente).
En fin, que todos podemos tener un mal día, más en un
mundial y sino que se lo pregunten a la Roja, y nadie esta exento de hacerla
así o peor. Lo que pasa es que nosotros no tenemos una cámara que nos grabe
todo el día para ir mostrando nuestros continuos desaciertos durante el día a
día.
MORALEJA: Ramón Gómez de la Serna
(1888–1963) prolífico escritor y periodista vanguardista español, generalmente
adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, e inventor del género
literario conocido como greguería, dijo: “En la vida hay que ser un poco tonto porque sino
lo son sólo los demás y no te dejan nada”.
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