Cuando llega el sábado siempre deseas hacer algo diferente,
algo nuevo, algo especial. Al final, cuando ya tienes decidido donde escapar
del ruido de coches y de vecinos molestos, un dolor te cruje y te hace ir al
lugar más maravilloso del mundo… ¡¡¡URGENCIAS!!!
¡¡¡QUE BERJEL DE FAUNA URGENCIAS!!! Es como el Zoo urbano
más singular del mundo mundial. No encontrarás un mono (aunque si alguno con el
síndrome del mismo), un gorila (bueno, alguno de los hormonados seguratas,
podrían pasar por uno de ellos), ni un león (aunque haya médicos que se crean
los reyes del cotarro aunque aprobaron por los pelos la carrera y por eso, no
se arrima cuando alguien sangra aunque sólo sea por la nariz). Pero si
encontrarás al SEGURATA MINI, LA EMPERIFOLLADA, LA LOCA, EL QUEJICA, EL
“PACIENTE” PACIENTE, EL PORTEADOR, EL DETENIDO, EL CON PRISAS,… y alguno más
que seguro que me olvido.
Empecemos por definir al segurata mini. Es un hombre que
mide metro noventa y cinco pero que pesa menos de cincuenta kilos (puedes verle
las costillas reflejadas en la camisa al trasluz. Es… casi siniestro). Cuando
lo ves, tras el primer chute de calmantes, te dices: Sí claro, como que si a mi
me da un arrebato el va a detenerme. Y por dentro empiezas a reírte poniendo
una cara de “felicidad” por fuera digna de alguien que empieza a flipar un
poco.
Luego tenemos una que parece no tener nada y que parece que
va a una boda de lo Emperifollada que va: uñas de porcelana (de las de las
antiguas tiendas de todo a cien), vestido pret
a porter (comprado en el mercadillo pero que ella seguro que dice que
compro en la boutique de Jan Pier), con la cara como porcelana (antigua
obviamente), con tonos y maquillaje al estilo Rococó, o sea, en exceso y mucho
más, taconazo de infarto (descascarillados por todos lados tapados,
magistralmente, con el mismo pinta uñas de las manos) y que no para de quejarse
porque no la entienden pero que tú, por más que la miras desde hace horas, no
sabes el por qué ha venido y te vas, sin haberlo sabido. ¡Es un misterio!
Siempre, siempre, siempre, encontrarás en urgencias, vaya a
la hora que vayas, un detenido, un quejica y una loca. Es más, yo creo que no
son ni pacientes que son actores de atrezo que el mismo centro sanitario
contrata para animar el cotarro. El detenido siempre va con una pareja del
orden. Entra y lo atienden el primero ya que va con la policía que a ti te da
por pensar,… ¡Joer! Si para que te atiendan rápidamente y nada más llegar hay
que venir con las fuerzas del orden, la próxima vez que me de un dolor, para
aliviar tensiones, le pego una patada en los huevos a un guardia y que me
quiten lo bailao.
La loca no habla sino que grita a viva voz: ¡¡¡ESTOY MUY
LOCAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡NO ME TOQUES!!! ¡¡¡QUE ESTOY MUY
LOCAAAAAAAAAAAAAAAA!!! Vaya tela. Luego sale corriendo desde fuera hacia
adentro y desde dentro hacia a fuera. No te entra miedo, porque tú ya tienes tu
dolor pero cuando pasa corriendo por tu lado por tercera vez en menos de cinco
minutos, te dan unas ganas de ponerle la zancadilla y que se deje los dientes
en el suelo. Al menos así, dejaría de gritar un rato.
El quejica tambien debe de ser por contrato y actor. ¡En
serio! Siempre dice lo mismo: socorro, dios míos, me duele y poco más. Eso si, le
pongan lo que le pongan de calmantes, no para de decir SOCORRO, DIOS MÍOS, ME
DUELE. Después de más de siete horas en urgencias sigue diciendo SOCORRO, DIOS
MÍOS, ME DUELE. Después de ocho, de nueve, de diez,… vamos, que te acaba
entrando ganas de levantarte y de decir: ¡¡¡CALLESÉ, CALLESÉ, CALLESÉ, CALLESÉ
QUE ME DESESPEEEEEEERRRRRAAAAAA!!! Dios, es que parece una tortura china y
después de diez horas es que no puedes aguantar más.
Siempre que vayas a urgencias te encontrarás con un tío
enrollado que lleva desde las nueve de la mañana. Es el “paciente” paciente y
suele venir sólo. Pero las horas pasan y después de diez horas, aquel ser tan
simpático, muta convirtiéndose en un Gremlin que ha comido después de las
doce de la noche. Saca la furia contenida después de horas y arremete contra la
primera que aparece, con razón. A los cinco minutos lo atienden y ese es otro
gran misterio ese de que sólo haga falta GRITAR para que te tomen por fin en
serio.
La mujer mayor que utiliza urgencias como si fuera el juego
de la silla,… ¡¡¡ninguna es de su agrado excepto la que no ha probado que es la
que tú estas sentado (sin haberlo deseado he hecho un pareado)!!! Que cuando la
doctora por fin dice tu nombre para … darte el resultado, ella, espera cero
coma, en coger el gotero y con la rapidez de una anaconda, aferrarse a su presa
(mi silla) como si no hubiera un mañana. ¡Ojo! eso le dura lo que tarda en
darse cuenta que hace un ruido chirrioso al echarse para atrás y comprobar que
tampoco esa… es la elegida (me la imagino, tras marcharme yo, metiéndose dentro
de los boxes intentando buscar el santo grial de las sillas. esperando,
acechando y cuando la encuentra, resulta que es una silla de ruedas que la
conduce hasta la puerta pues ya le han dado el alta).
Después de un rato, mínimo diez u ocho horas, todo empieza
a parecer un verdadero zoo urbano porque pase lo que pase, hay personajes que
deben existir en este mundo, para bien o para mal, desde el médico que no sabe
que hacer, hasta el camillero que mueve tres mil veces la misma silla de ruedas
porque molesta en todos lados y SÓLO hace eso, hasta yo, una paciente que le
gustaría haberte tenido otra cosa que hacer, un soleado sábado de abril.
MORALEJA: Una frase para pensar:
“Quienes piensan que no tiene tiempo para
hacer ejercicio, tarde o temprano tendrán que hallar tiempo para enfermarse”.
Edward Stanley
No hay comentarios:
Publicar un comentario