Una época de
sequía para una mujer, sexualmente hablando, es muy mala. Yo llevaba más de
seis meses sin sexo y necesitaba imperiosamente, que alguien satisficiera mis
más bajos instintos. ¡Era una realidad! Miraba a mis compañeros de empresa y os
puedo asegurar que a cada vez que uno de ellos se acercaba a mi mesa, y tenía a
la altura de mis ojos su paquete, no podía dejar de fantasear que me tumbaba
autoritariamente contra la mesa y me follaba como un poseso contra el
ordenador, mientras los otros miraban y se masturbaban ante el espectáculo que
les estábamos proporcionando.
Y es que os
puedo asegurar que una mujer, una hembra en estado puro, no satisfecha, puede
llegar a fantasear con tener encuentro de lo más vulgares, rudos, sucios (a
nivel de extremos) y lascivos que os hayas imaginado nunca.
Mientras
preparaba las reuniones de mis superiores, me imaginaba debajo de la mesa,
mientras ellos discutían tal o cual proyecto. Me imaginaba con todos aquellos
miembros apresados tras sus braguetas, deseos de un contacto sublime de una
boca deseosos de comerlos a cada uno de ellos lentamente, saboreando cada
centímetro mientras ellos, serios hombres formales, intentaban disimular que no
pasaba nada y disfrutaban de mi boca sin saber quien era la que les estaba
dando placer por entero y poniendo en un aprieto morbosamente erótico. Cada
explosión en mi boca, era silenciada por encima de la mesa y mi boca, se
llenaba de aquella deliciosa experiencia sexual deseando ir a por otra y
satisfacerla por igual o más. Así, una por una, iba haciendo mía cada una de
aquellos miembros masculinos reprimidos y contenidos en sus trajes de marca
como una vulgar fulana pero con las ganas de una mujer deseosa de ser penetrada
hasta ser saciada por entero. Luego imaginaba que los doce, tras contenerse
pero habiendo sido cómplices de miradas que cada cual iba descubriendo a medida
que la experiencia llegaba a ellos, corrían por fin la mesa desvelando el
secreto oculto tras ella. Lejos de estar enfadados, me arrancaban la blusa, dejando
a la vista mi precioso sujetador de encaje blanco a juego con mi tanguita. Me
sacaban los pechos por el escote del mismo y los empezaban a saborear por
turnos, mientras bajaban sus braguetas para sacar de nuevo sus miembros los
cuales tocaban deseosos de más. Las manos de uno y otros, se deslizaban por mi
cuello, por mi nuca, por toda mi espalda. Mordía mi trasero sensualmente por
encima de la falda negra de tubo que provocaba incluso en estado normal. Sus
manos, no recuerdo las de cuantos, bajaban por mis piernas sin dejar un
milímetro de mi piel sin acariciar de modo lujuriosamente lascivo y morboso
como jamás lo había imaginado. Algunos llegaban a mis pies, y sin quitarme los
tacones, saboreaban mis tobillos. ¡Eso me vuelve loca de placer! En un momento
inesperado, uno de ellos me empieza a levantar la falta, dejando mi trasero al
descubierto con la mínima tela que puede ocultar un tanga. Empieza a deslizar
sus dedos por mi raja desde atrás hasta delante repasando lentamente una y otra
vez. El resto que lo ven, quieren hacer lo mismo, y durante un instante, puedo
notar claramente tres manos firmes reseguir mi abertura desde adelante hacia
tras y viceversa. ¡¡¡ME ENCANTA!!! No puedo dejar de disfrutar y de hacérselo
saber a todo el que busca mi boca, metiendo su lengua muy adentro en mi boca
para que se la coma o se la muerda. ¡Les deseo! Los deseo a todos. Los quiero
tener dentro de mí.
Parece que me
han leído el pensamiento, pues uno se tumba en la mesa y dejando su miembro
para mí, me subo y, ladeando el leve trozo de ropa, me meto su sexo dentro de mí.
Los otros miran, tocando su sexo pausadamente. ¡¡¡TODOS DESEAN PROBARME!!!
Mientras yo me dejo llevar sobre aquel cuerpo de hombre al que veo gemir y
estremecerse entre mis piernas, otro no puede aguantar más y me penetra por
detrás. Cuesta un poco acompasar nuestro ritmo de tres, pero cuando lo
conseguimos,… es pura delicia al cubo. Tres por tres y sumando derrames en mis
partes, delante y detrás, que me extasían una y otra vez. Toca el turno de otros
y otra posa con dos bergas humeantes y calientes que han esperado pacientemente
su turno para hacerme gozar como una loba en celo. El ritmo se acompasa y
supera al anterior grupo. No puedo contener mis orgasmos que vienen y van a
placer. Mi cuerpo empieza a brillar con leves gotitas de sudor pero yo deseo
más y más. Otro grupo, paciente, me tumba lateralmente sobre la mesa, y me
penetran otra vez por delante, por detrás. Sus sexos cada vez aguantan menos,
pues llevan mucho demasiado esperando adentrarse en mí. Aún así, aguantan
servilmente mi fogosidad de hembra y dejan que yo me corra un par de veces
antes de derramarse dentro de mí por ambos lados. ¡¡¡QUE GOCE SENTIR SUS
ARDIENTES ESENCIAS!!! Otro grupo me toma y ahora, contra una de las paredes,
formo parte de un delicioso y apetitoso sándwich. Siento sus duros miembros
gozando con mis curvas, con mi trasero respingón, con mi sexo húmedo,
incansable. La vista para los demás no es como antes, pero siguen disfrutando
del espectáculo por igual. ¡¡¡LES GUSTA LO QUE VEN!!! Desean más y más. ¡¡¡ESO
ME ENCANTA!!! Me pone cachonda a más no poder. Se derraman y otro grupo me toma
haciendo otro sándwich esta vez lateral, para dejar ver otro ángulo de una
visión tremenda de tres cuerpos jadeantes, ardorosos, humeantes y gozosamente
vivos. El último grupo, me arrinconan de nuevo contra la mesa, en un lateral, y
me dejan probar la imperiosidad con que han aguantado con embestidas propias de
machos locos de pasión contenida, verdaderas bestias salvajes que acometen contra
mi haciéndome gritar como una posesa de pura delicia e instinto animal cien por
cien. Cuando se derraman, yo agradecida, me coloco agradecida de sus acometidas
y desnuda plenamente, empiezo a acariciarme delante de todos para que me vean
gozar de mí misma. Eso les encanta, no se lo esperaban y rápidamente su
miembros vuelve a cobrar vida. Los incito con mi goce, a masturbase a todos
para mí. Doce sexos al rojo vivo, me miran desde cada lado y yo, no dejo de
masturbarme para que me vean, para que se corran conmigo, para que se derritan
por última vez. Mientras gimo, grito y me derramo, siento como su leche, uno
por uno, van bañando mi cuerpo por entero. Creo que voy a morir de puro goce.
En ese mismo
instante, tengo que salir de mi ensoñación pues los doce, entran de veras a la
reunión. Mi fantasía no era real, pero me muero de ganas de vivirla en propia
carne. De aquí un par de meses vuelven a reunirse y si sigo con esta época tan
seca, la convierto en realidad. ¡La necesito! ¡La deseo! ¡Quiero disfrutar con
doce a la vez!
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