Los deseos
ocultos en uno mismo son tremendamente raros. Pero son propios, callados,
escondidos,… no se comentan con nadie jamás.
Cuando David
apareció en mi vida sólo vi a una persona tremendamente agradable sin más ni más.
En ningún momento lo vi como un hombre hasta aquella noche.
Era una cena de
empresa y todos, absolutamente todos, deseamos mostrar nuestro mejor aspecto.
Yo había quedado con Laura, Patricia y Celia para que me vinieran a buscar por
casa. Habían decidido vestirse muy provocadoras las tres. ¡Estaban muy guapas!
Pero yo vestía sencilla: pantalón de vestir ajustado negro, top cogido al
cuello sin sujetador debajo (aún podía permitirme esa licencia pesa a mi cien
de pecho) y un precioso bolero calado de blonda negra super sexy que cubría mis
hombros para dejar la fantasía de mi espalda entre trozos trasparentes. Ellas
vestían preciosos vestidos a cual más sensual y extremado.
Llegamos a la
discoteca donde se celebrara la cena y obviamente, todos se giraron para
mirarlas (se podía notar el deseo tanto en las miradas de ellos como en las de
ellas. Las tres compañeras que me acompañaban eran rubias y les gustaba ser el
centro de atención). Yo, que podía pasar un poco más inadvertidas, me dirigí
con mi copa de bienvenida a un rincón y me choque con un hombre tremendamente
sexy. Aún llevaba un precioso chaquetón tres cuartos gris jaspeado. Debajo un
pantalón tejano negro pero que parecía de vestir y la camisa, de un color
Burdeos precioso. Era un hombre con un cuerpo tremendamente atractivo. Cuando
por fin conseguí verle el rostro casi pierdo el conocimiento. ¡Era David! No me
lo podía creer. Le pedí disculpas por el choque y se rió de mí.
Empezaron a
sacar las bandejas con la cena (era como una especie de degustación para poder
comer de pie sin dejar de escuchar música y entre trago y trago). Era diciembre
y todos necesitábamos desconectar de un año tremendamente duro.
El alcohol
empezó a soltar las lenguas de más de uno y a dejar ver, de que pasta estaban
hechos. David y yo no bebimos mucho (yo la copa de bienvenida por no parecer
desagradecida que era de cava y luego, refrescos y agua). Nos pusimos en un
rincón y nos fuimos riendo de todo un poco (de cómo bailaba este, de cómo iba
el jefe comercial, de esto, de lo otro,… nos reímos mucho).
Hubo un momento
en que el calor era insoportable y decidimos salir un poco fuera para
despejarnos. La noche estaba completamente despejada e invitaba a las
confesiones más profundas, a aquellos deseos que no dirías a nadie. No sé como
surgió el tema pero empezamos a hablar de tríos. Él no lo había probado aún
(ese aún me hizo mucha gracia) y le gustaría hacerlo con una mujer. Yo también
le respondí que aún tampoco lo había probado pero que deseaba hacerlo pero con
dos hombres. De pronto dijo entre risas: ‘¿Y si yo fuera uno de ellos?’ Eso me
excitó pero lo disimulé como pude entre una leve carcajada fingida que a él,
obviamente, no le pasó inadvertida. ‘¿Y quien es el otro? ¿El portero?’ El
chico que estaba en la puerta nos miró a ambos y se rió. ‘¿Qué te parece que
sea una mujer mitad hombre?’ dijo. ‘¿Un travesti?’ respondí. ‘Si. Así tendrás
lo que te gusta de un hombre y yo la parte de la mujer para el trío que deseo’
apostillo con mirada penetrante. ‘Me parece una gran idea’ dije. ‘Vamos pues’
me cogió de la mano y nos fuimos hacia su coche. Aquella noche apuntaba que iba
a ser memorable.
Nos dirigimos a
un pub como si supiera muy bien donde encontrar al tercer miembro que nos hacía
falta para realizar nuestro tan ansiado trío (luego me confesó que iba un poco
a la aventura pero nos salió a pedir de boca). Entramos y pudimos ver que había
toda clase de personas pero que todas se entregaban, ligeramente, al coqueteo,
a intimar unas con otras. Era un pub de swingers. Tomamos algo y me besó. Yo
le correspondí apasionadamente con mi lengua dentro de su boca. ¡Dios como
besaba! Aquel acercamiento que para nosotros fue el primero, excitó a un par de
parejas que se presentaron sin más para conocernos. Éramos seis en la mesa y
estaba claro, que nos deseaban a nosotros a solas. Pero nosotros deseábamos
sólo a una mujer, a un hombre especial y en el mismo cuerpo. Se acercó una de
las camareras morena, pelo largo, ojos azules, alta, escultural, tremendamente
sexy. Me miró fijamente, luego a David, y nos guiñó un ojo a ambos. No pareció
curioso a la vez que morboso. Ambos nos excusamos con las otras parejas y no
dirigimos a la barra. Se llamaba Adriany y sí era un hermoso y delicioso
travesti con los atributos de una mujer y con un sexo que me podría satisfacer
en un trío. ¡Ella era la elegida! Aunque fue ella la que nos eligió a los dos.
Ella acababa su
turno en media hora y cuando le íbamos a decir lo que deseábamos, nos dijo que
no hacía falta, que ya lo sabía y que aceptaba. Que ambos le pareceríamos una
pareja la mar de apetecible. Nos miramos David y yo con la boca abierta. ¿Cómo
podía saberlo?
Salimos del pub
los tres. Cogimos un taxi y Adriany le dio el nombre de un hotel por horas.
Ella se puso en medio de ambos y en el coche, empezó a conocer nuestros cuerpos.
Fue algo tremendamente lascivo. Miraba al conductor por el espejo e intentaba
que no se percatara de sus caricias, como si fuera algo prohibido. Primero
deslizo la mano por la pierna de David. Pude ver como su bragueta se inflamaba
con aquel primer roce. Luego, acarició la mía y pude notar que mi sexo, se
humedecía un poco.
Llegamos al
hotel y entramos sin que nos pidieran registro alguno. Fuimos a la habitación y
pedimos una botella de vino rosado para compartir (no recuerdo quien lo pidió
pero fue bueno remojarse los labios con algo fresco).
David encendió
el hilo musical. La música sensual de Black velvet empezó a sonar. Adriany
cogió una de las sillas de la habitación, la puso en mitad de esta y nos
deleito con un sensual Strip Dance. Nos quedamos los dos fascinados mirándola.
Ella se acercó y nos hizo besarnos. Deseaba que empezáramos nosotros a
animarnos, ser ella la que nos observaba. Empezamos a besarnos mientras ella
iba desabrochando desde atrás la camisa de David y frotando sus pechos en su
espalda. David me descordó el top y lo bajó dejando mis pechos visibles ante
sus ojos. Adriany bajó la boca y empezó a succionarme los pezones. Me encantó
sentir su boca. Mientras, David desabrochaba su sujetador dejando ver sus
tremendos pechos liberados. Empezó a acariciarlos mientras ella, seguía
deleitándose con los míos.
Sentí como las
manos de Adriany desabrochaban mi pantalón y yo buscaba desabrochar su ajustada
falda. David se había incorporado y entre medio de ambas, también bajaba su
cremallera dejando visible su descomunal miembro. Eso me excitó mucho. Pude
sentir que Adriany también se estremecía con aquella visión. Acerqué mi boca al
sexo de David y ella se fue detrás, deleitándose en su agujero negro. Lo lamía
y yo le chupaba el glande mientras David gemía loco de goce como un poseso. Se
incorporó y bajó su tanga dejando ver su miembro. Era también delicioso. Luego
vino hacía a mí y bajó mis braguitas dejando mi sexo al descubierto. Ella se
sentó en la cama y me condujo para que me sentara sobre su sexo. David nos
miraba y no dejaba de deslizar su mano por su pene incrementando más su deseo.
Verle dando se placer nos excitaba a ambas a la vez, que por primera vez, fui
penetrada por una mujer. Empecé a moverme poco a poco, saboreando con mis labios
interiores cada centímetro de aquella berga dura y ardiente. Sentía los gemidos
de Adriany y me hacía mojarme cada vez más y más y más. Me derramé por primera
vez sobre ella. Cuando sintió mi humedad crecer del todo, deslizó un dedo
arrastrándolo hasta mi ano. Invitó a David a forma parte de nuestro goce. Sentí
su sexo duro adentrarse en mi culo mientras Adriany me proporcionaba golpecitos
sensuales con su pelvis para que sintiera más su sexo dentro de mi. David iba
poco a poco disfrutando de mi agujero trasero. Podía sentir su miembro crecer más
y más a medida que entraba y salía de mi. ¡Era increíble sentirse doblemente
penetrada! El placer había sobrepasado todo lo inimaginable.
David salió de mí
y se fue tras Adriany. Ella sacó su berga de mí y empezó a lamer mi sexo
mientras él, la montaba desde atrás. Me fascinaba tener la visión de ellos dos
disfrutando delante de mi mientras ella seguía sin dejar de darme placer. Me
derretí en su boca una, dos, tres veces, mientras disfrutaba plenamente de aquel
trío con todos mis sentidos a flor de piel.
Adriany se dio
la vuelta y empezó a succionar el sexo de David mientras se masturbaba para él.
Yo fui detrás de él y empecé a lamer su ano, como antes lo había echo ella,
mientras también me masturbaba para él. Miró hacia un espejo que teníamos en un
lado y al vernos a las dos entregadas a nuestro placer y al suyo, se derramó en
la boca de Adriany que siguió y siguió lamiéndola hasta tragarse toda su leche.
Yo quería
saborear el miembro de Adriany pero ella quería penetrarme por detrás. Me puse
a cuatro patas para ella. David se colocó de forma magistral bajo de mi sexo y
empezó a lamerlo mientras contemplaba como ella me montaba a placer. Yo no
podía dejar de gemir. No podía controlar mis orgasmos que iban uno tras otro,
tras otro, tras otro. Estaba completamente empapada de un leve y cristalino
sudor por tanto y tanto esfuerzo de encadenar un delirio tras otro. Adriany
aceleró un poco el ritmo. Me cogió de mis caderas y fue a más y más. Pude
sentir sus huevos golpear mi sexo y de golpe, sentí su leche derramarse entre
mis nalgas. ¡Que delicia Dios!
Quedamos los
tres tumbados en la cama intentando recobrar un poco las fuerzas. No era para
nada el trío que había soñado, que había imaginado más de una vez en mis deseos
más ocultos. Pero puedo aseguraros que superó con crece, todos los sueños
húmedos que había tenido hasta la fecha satisfaciendo con creces, todas mis
expectativas sexuales jamás imaginadas.
verga
ResponderEliminar¡¡¡Muchas gracias!!! No lo olvidaré.
Eliminar¡¡¡Sigue disfrutando cada martes de mis relatos!!! Y si lo deseas, cada día de mi blog.