sábado, 19 de abril de 2014

CALVARIO VISUAL


 

Saturar es llenar, ocupar completamente o utilizar una cosa hasta el límite de su capacidad. Eso las televisiones, desde la primera hasta la última, no saben muy bien que es. Por eso, cuando hay cierto descanso para el cuerpo humano (Semana Santa, Navidad, etc), sobrepasan lo que sería el llenar la mente con escenas que evocan sin límite todo lo que se está viviendo hasta en la tele, o como diría un refrán: “Si no quieres caldo, dos tazas”.

 

El empacho se va acumulando en nuestro organismo y es normal que acabemos odiando, en cierta manera, estar de vacaciones.

 

Con lo fácil que sería intercambiarlo todo y hacer que las vacaciones fueran algo, televisivamente, que recordar. No digo de quedarnos en casa. ¡Eso nunca! Pero sí de trampear un poco con las películas para que así cuando lleguemos a casa, podamos relajarnos viendo,… otras cosas.

 

Sugiero, por ejemplo, poner películas de terror no por Halloween sino por Navidad. ¿Por qué? ¡Madre mía! ¡Que pregunta! Yo creo que es cuando menos miedo tendríamos en el cuerpo para ver esas películas. ¿Por qué? ¡Os tengo mal acostumbrados! Siempre os lo explico todo. A ver, después de empachos, regalos, centros comerciales, reuniones familiares y demás, pensar en Freddy. ¿A qué da menos miedo que tu cuñado con dos copas de más volviendo a hablar de futbol por decimocuarto año consecutivo? ¡Pues claro que sí! Así tendríamos un respiro, por un lado, y por el otro, veríamos a Freddy como un tipo cachondo que sólo tuvo un mal día.

 

Para semana santa, películas Navideñas por un tubo. ¡Eso sí que es una tortura y no la que sufrió Cristo en la cruz! Elfos, nieve, buenos sentimientos, y todo SUPERHAPPY HAPPY,… ¿Quién dijo que la pasión de Cristo interpretada en vivo es lo peor que había visto? Pues yo lo peor que he visto es toda una tarde con películas que más que producirme ilusión me crean un trauma tras otro. Pero como la lógica de la Semana Santa es recordar la penitencia infligida, hasta ese trauma sería más soportable en estas fechas que no con todo iluminado y el júbilo navideño desparramado acá y allá,… rodeándonos por todos lados. ¡Pensadlo!

 

Y, obviamente, la mejor época para ver MARCELINO PAN Y VINO (1954), LOS DIEZ MANDAMIENTOS (1956), BEN-HUR (1959), REY DE REYES (1961), BARRABÁS (1962), EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (1964), LAS SANDALIAS DEL PESCADOR (1968), JESUS DE NAZARET (1977), EL PRÍNCIPE DE EGIPTO (1998) O
LA PASIÓN DE CRISTO (2004) es el periodo navideño. ¿Cómo que no? Perdonad pero creo que es lo más sensato del mundo mundial. Mientras en la calle se celebra ostentosamente su nacimiento, es lógico y más que entendible que su final sea retransmitido por todas las cadenas para ver, que pese a que todo es “amor”, “paz” y “sentimientos compasivos” acabó muy mal en la cruz sólo por salvarnos a los cristianos. ¿Qué mejor que revivir el valor de su hazaña justo con la celebración de su nacimiento? Sacrificio y amor todo unido y en las mejores fechas con fuego a tierra, turrones y sobretodo, cenas familiares copiosas.

 

Bueno, para los que aún penséis que lo que escribo tiene un poco de sentido sólo deciros que el cine no deja de ser una vía de escape después de un largo día. Y que alguien que está viendo procesiones en la calle, la pasión, el sufrimiento en directo, cuando luego le ponen una del mismo género, lo que tratan es de amargarle la noche y a mí sinceramente,… es lo que menos me gusta: ¡¡¡QUE ME ARRUINEN UNA GRAN NOCHE!!!

 

MORALEJA: Una frase del desaparecido y querido Gabo de su libro Eva está dentro de su gato para acabar: “¿Por qué tendría que estar en el limbo? ¿Acaso había muerto? No. Simplemente fue un cambio de estado, un tránsito normal de un mundo físico a un mundo más fácil, descomplicado, en el que habían sido eliminadas todas las dimensiones”.

 

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