La madurez sexual, tanto en un hombre como en una mujer,
suele llegar en la pubertad que oscila entre los diez años a los quince
aproximadamente. Nuestros cuerpos experimentan cambios (voz, menstruación,
acné, hormonas,…) y entre ellos crecemos. Pasamos de la niñez a la juventud, a
la vida formada, preparándonos para lo que ha de llegar en apenas tres años:
¡Adultos a todos los efectos!
Pero con la madurez sexual no llega la plenitud sexual. ¡No
es lo mismo!
Para muchos, la plenitud sexual, sólo es un concepto. Para
otros, una moda para incentivar a los hombres llegada cierta edad. Para un
conjunto, una percepción abstracta que no entienden y que jamás conseguirán
pues tratan de oprimir sus propios instintos por el miedo al que dirán. Pero
hay personas, una pequeña minoría, que se deja liberar y experimenta esa fase
sin represión alguna.
¿Cuándo llega la plenitud sexual de un hombre? A los veinte
les sobra libido, a los treinta experiencia, a los cuarenta buscan nuevos
estímulos en la cama y a los cincuenta, se dejan llevar hasta el límite si hace
falta (normalmente por mujeres más jóvenes que ellos). Su clímax depende más de
la motivación que de la edad o eso al menos es lo que dicen. En cierta manera
la edad no importa, no en sus pieles, en sus cuerpos de machos, pero sí en las
de ellas. La juventud motiva y exalta sensaciones que no se han sentido desde
hace mucho, muchísimo tiempo. ¿Es malo querer buscar en alguien más joven la
motivación de los bajos instintos primarios? ¡Para nada! Cuando ellos están en
esa plenitud, rechazarlos es, puramente, una estupidez. Aprovechar ser la
elegida, es algo que pocas puede obtener ya que la gran, gran, gran mayoría,
son sumisamente callados y se convencen a si mismos con la libertad de poder
estar diez minutos a solas consigo mismo en la intimidad de una ducha liberando
su opresión testicular con caricias que sólo pueden ofrecerse ellos mismos.
¡Son conformistas! Pero eso tampoco es malo.
La vida suele dar segundas oportunidades y empezar la trama
desde la cama, no parece lo más correcto pero a ciertas edades, la corrección
debería pasar, siempre, a un segundo plano siempre que se trate de tu propia
vida. ¡Que mas da lo que los otros piensen! Ellos siempre pensarán mal, por
desgracia está incrustado a su ADN y sólo son felices de esta manera: haciendo
infeliz al que más cerca tienen y al que menos aprecian.
Con esto no trato de hacer un llamamiento a la
promiscuidad, a ir de cama en cama buscando la o él elegido (probar y
descubrirse forma parte de la plenitud sexual). En cierta manera, alguien dijo
alguna vez, que todos somos duales dentro de nosotros mismo y es el temor a
descubrir algo no considerado adecuado, lo que nos encierra de tal manera, que
nos corroe hasta en sueño mostrándonos lo que en la vida real, no podemos
desatar de forma coherente, con la libertad que nos merecemos), dejando la vida
a un lado y conservando a las casta o el casto esposo en casa por si la cosa no
saliera bien. ¡No se trata de eso! ¡Para nada! (Aunque todo el mundo es libre
de hacer con su vida lo que desee). A lo que me refiero es que nunca es tarde
para que la vida nos dé una segunda oportunidad. Quizás, ese sea nuestro camino
marcado desde un principio y que sólo hemos podido conseguir verlo frente a
frente, cuando esa vivencia cotidiana que teníamos tan asimilada como propia,
desaparece de la noche ya sea por una separación, un divorcio o una defunción
(¡No es malo tirar hacía adelante! No nos tenemos que sentir culpables por
estar vivos).
Volviendo un momento atrás, la plenitud sexual de un
hombre, no se alcanza a una edad concreta. Pasado los cuarenta es mucho más
fácil pues todo lo aprendido, está firmamente dispuesto ante nuestros ojos.
Sabemos ya de que pie cojea más de uno y más de una, y la seriedad de un
rostro, no nos causa tanto pavor como antes. No nos pueden avasallar con
mentiras, o nos comen la oreja diciéndonos que guapas, que atractivos que
somos. ¡Todo eso está de más llegado los cuarenta! No nos hace falta tanta
corrección ni buenas maneras. ¡No están de más! Eso por descartado. Pero si
queremos algo, sabemos donde buscarlo y como conseguirlo sin tener que dar
muchas explicaciones. ¡Esa es la pura gran verdad!
No hay que dejar de ser hombres, no hay que dejar de ser
mujeres, no hay que pertenecer a una secta o hacer rituales desnudos bajo la
luz de la luna llena. No se trata de eso. Se trata, simple y llanamente, de
escucharnos, de sentarnos frente por frente y ver que es lo que deseamos para
nuestra vida, para nuestro presente, para nuestro futuro, para estar plenos en
cuerpo, alma y espíritu,… así de simple. Y como diría la canción de Mecano en
la canción PALOMAS AL VUELO: “Y lo que digan los demás está de más”
y con esa máxima por bandera, conseguiremos hallar nuestro destino más allá de
la edad, del sexo, del placer y del goce. ¡Esa es la cualidad plena máxima! La
plenitud del ser, de uno mismo, por encima del yo.
MORALEJA: Woody Allen, actor, director y escritor
estadounidense, dijo: “El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera,
el sexo le plantea unas cuantas preguntas”. No se queden con las dudas. Aprendan a escucharse a si mismos sin
ningún temor. Aprenda a saber que es lo que verdaderamente, usted, como
persona, espera de si mismo.
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