Era una noche muy oscura. Caminé desnuda, descalza,
sigilosamente hasta su habitación. Él estaba dormido. Podía sentir su
respiración acompasada y tranquila. Camine hacía su cama y me tumbé sin que se
diera cuenta a su lado. No se veía nada pero con el primer roce me di cuenta
que él también estaba completamente desnudo cubierto sólo por una sábana muy
suave. Él dormía de lado. Empecé a acariciarle el pelo, su sedoso pelo corto.
Luego baje mi mano dócilmente por su brazo derecho. Sentí que se estremecía y
suspiraba pero aún seguía dormido. Me fui deslizando lentamente hacia su cuerpo
para acoplarme extremadamente cerca de su silueta. Pasé mis dedos por su
cuello. Los deslizaba arriba hacia su oreja haciéndole casi cosquillas pero no se
despertaba. Supongo que se pensaba que era un sueño. Acerqué mi boca a su
cuello y empecé a besarle. Se despertó de golpe casi asustado pero le abracé
para que se tranquilizara y seguí besándole en el cuello. Empecé a escuchar
unos leves suspiros de placer. Se giró un poco y su pecho quedó a merced de mis
manos. Deslice mi lengua por sus pezones,… primero el derecho, luego el
izquierdo mientras mis manos no dejaban de acariciarle sin cesar haciéndole
suspirar cada vez más fuerte. Estaba excitado y yo también. Me puse a
horcajadas encima suyo y su miembro me penetró de forma sublime. Me deslicé con
las caderas primero hacia adelante y hacia atrás. Sus gemidos de placer me
excitaban cada vez más. Me derramé por primera vez en su sexo palpitantemente
erecto. Seguía moviéndome de forma acompasada ahora rotando mis caderas. Note
como él se incorporaba y buscaba mis pechos con su boca mientras sus manos
agarraron fuertemente mis nalgas. Su lengua empezó a lamerme los pezones y yo
me volvía a derramar encima de su sexo. No paraba de moverme, de notar que su
polla se endurecía con cada movimiento, que sus gemidos eran cada vez más y más
intensos,… Yo me mojaba cada vez más, mi cuerpo se estremecía con la fuerza de
su músculo masculino que seguía fuerte, erecto, vibrante. Gemíamos casi al
mismo tiempo hasta que sentí un fuerte ardor en mi sexo. Luego yo,… al sentir
ese calor, tuve uno de los mayores orgasmos que había tenido nunca. Me abrazó y
sentí su cabeza entre mis pechos. Estaba un poco mareada y él seguía dentro de
mí. Su sexualidad, pese a la descarga, seguía erecta y eso me seguía excitando.
Bajé mi boca buscando la suya. Sus labios eran cálidos y su lengua pronto
empezó a arder junto a la mía. Me bajé de su sexo y me giré para sentir sus
labios recorrer mi cuello hasta llegar a mi nuca. Grité de pura emoción pues
todo era tacto, placer, lujuria,… Los ojos no veían nada y eran como si
nuestros cuerpos supieran dónde estaban los cuerpos el uno del otro. Estábamos
los dos encima de la cama de rodillas, el pegado a mi espalda besándome,
acariciándome toda. Me incliné un poco con un gemido y sentí su sexo adentrarse
en mi trasero. Estaban tan excitada que llegué al orgasmo con la fuerza de su
primer empujón de su sexo contra mis nalgas. Seguía penetrándome una y otra vez
mientras sus manos estaban en mis caderas. Gemía una y otra vez. Yo me mojaba más
con cada gemido suyo y los míos ya no eran gemidos, eran como suplicas
placenteras para que no parara nunca, para que siguiera, y siguiera, y siguiera
dándome placer sin límites. Sentí de nuevo el ardor anterior esta vez en mi
culo con su gemido bestial de placer absoluto. Seguía dentro de mí esperando
que yo obtuviera otro pues su miembro,… seguía erecto, fuerte, muy duro. ¡Eres incansable! Pensé mentalmente y sentí como sonreía
como si hubiera sido capaz de haberme leído el pensamiento. Entonces escuché en
mi oído,… ¡Tú eres
la insaciable! Eso me puso los
pezones completamente duros otra vez mientras mi sexo se estremecía por el goce
de un susurro lascivo e intencionado. Busqué su boca de nuevo entre la
oscuridad y le tumbé besándole. Busqué sus manos que seguían deslizándose por
mi cuerpo. Empecé a lamerle los dedos y eso le hizo estremecer de placer. Bajé
mi boca buscando ahora su sexo y empecé a lamerlo lentamente. El gemía de
placer y yo, tumbada en la cama, notaba como la suave sábana estaba en una
posición perfecta para frotándome con ella mi clítoris moviendo mi pelvis
mientras me deleitaba saboreando su sexo. Jugueteaba lamiendo su glande con la
punta de mi lengua, sintiendo como sus gemidos me alborotaban más y quería
mover más la pelvis para seguir notando aquel trozo de tela dándome delectación
entre mis piernas, en ese punto delicioso que me hacía gemir cuanto más le oía,
cuanto más me frotaba, cuanto más sentía su polla deslizarse por mi boca,…
Sentí por tercera vez el ardor de su esencia en mi boca y yo, con su
estremecido gemido de placer, con el roce de mis caderas en aquel tejido,
llegué a un orgasmo increíblemente bestial que me hizo gritar como nunca de éxtasis.
Cayó rendido en la cama por fin y me abrazo. Cuando se durmió
intenté salí a hurtadillas de la habitación pero justo cuando alcancé la maneta
se acopló a mi cuerpo y no me dejó salir de la habitación oscura.
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