Hay
momentos en la vida que merecen no ser recordados nunca. Sólo el hecho de
pensar en ellos causan un dolor tan grande en tu mente, en tu cuerpo, en todo
tu ser, que temes hasta pensar en intentar pensarlo.
Pasa
el tiempo. Crees tenerlo todo controlado bajo escombros de recuerdos menores
(algunos buenos y otra nos). Empiezas a confiar de nuevo en que todo es
posible. Pero un corte, una rasgadura, un grito fuera de lugar, un NO no
escuchado te hace volver a ese momento dolorosamente duro. Empieza a costarte
respirar, todo se nubla a tu alrededor y aquello que creías olvidado, cobra
vida ante tus ojos una y otra vez. ¡No se puede borrar el pasado! ¡No se puede
nunca!
Un
día, no importa muy bien cual, algo se dispara en tu cuerpo. Empiezas a desear
ser completa al cien por cien (hasta ese momento te faltaba un trozo, un pedazo
muy importante de lo que fuiste y ahora no eres).
No
te planteas nada, pero nace una inquietud que hace que algo dentro de ti se
contradiga por entero.
Pasan
las horas, los días, los meses y sin saberlo, tus pasos te van acercando a ese
momento adecuado, a esa persona apropiada que te ayudará, sin saberlo en un
principio, ha cicatrizar heridas profundas, hondamente arraigadas.
El
miedo te recorre todo el cuerpo. ¿Cómo puedo confiar en esa persona? ¿Cómo
explicarle sin que te vea como un ser extraño, lo ocurrido? ¿Cómo enfrentarse
directamente a ese momento desde el presente?
Un
día cualquiera, sin nada en especial, una mañana, abres tu correo y aparece el
siguiente mensaje:
“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al
amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad,
todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final,
el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”. Aldous Huxley
No
es un correo Spam, ni lo envió un amigo, ni nadie remotamente conocido. Como
salido de la nada, como si el mismo universo te estuviera dando una respuesta
que necesitabas, ahí estaba esa frase y la respuesta a una suplica: ¿Qué debo
hacer?
Pocos
minutos mas tarde alguien que estaba allí desde hacía tiempo, te tiende una
mano y empiezas a vislumbrar un posible reencuentro contigo misma, con tu yo
completo y pese al miedo, que existe y que se irá poco a poco (o al menos es lo
que tu misma te dices), tiendes tu mano y recibes esa ayuda que tu cuerpo
necesitaba, que tu mente necesitaba, que toda TU necesitabas.
El
camino sólo acaba de empezar. Nada se ve aquí tan cerca del principio y tan
lejos del fin. Lo único que tengo claro es que no camino sola,… eso me da
fuerza para dar un nuevo paso, y otro, y otro y otro,… hasta que llegue el
final y la pesadilla, haya llegado a su fin. No importa si pasa un día, una
semana, un año. Lo importante, lo realmente importante es que empecé a caminar
por ese camino. Lo que tarde en volver a ser yo, eso, realmente, es secundario.
MORALEJA: Jean Paul ((1763-1825) Escritor y humorista
alemán) dijo: “Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes,
durante el mismo; los valientes, después”. ¿Seré yo uno de esos valientes?
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