A MIS MUSAS
No os veo,… os siento.
Las madrugadas malditas
que conjuráis en mi contra
arrastrándome sin sentidos
contra un folio en blanco
os injuriaría con los
ojos aún cerrados
cuando desnudáis mi alma
por entero hasta dejar solo
un bello sentimiento
cargado de pasión incontrolada.
Siento odiaros en los días fríos.
Mi cuerpo hacéis rebotar
en la cama prendido de fuego callado.
Entre delirios de noche, sueño e inspiración,
mi mano extendéis en busca
de una libreta humilde,
que prende cobrando vida
con mi inmenso deseo
callado oculto en el verbo.
Perdonarme cuando os aborrezco
después de una noche insomne.
Empujáis mi cuerpo de madrugada
atravesándome con lazas llameantes.
Mis manos en busca de un ordenador apagado,
se deslizan sobre un teclado desesperadamente,
para que vuestros susurros desesperados
no se pierdan en la sombras.
Disculparme los llantos que acompaña
a un cuerpo terrenal poseído de cordura humana.
Disculparme por la forma y el trato.
Disculparme por el modo y el tempo.
(¿Quién puede acusarme de despojarme
de mi espíritu a vuestro lado sin tener
en cuenta la rima ni la métrica?)
Disculparme por las quejas,
por no escucharos más,
por acallaros con belladona
para conciliar el sueño
sin vuestras voces.
¡Mi cuerpo mortal clama
a gritos su descanso!
Me dejo vencer por la cama
en vez de por la esencia.
¡Perdonarme si podéis!
Os necesito cerca mis musas,
aunque no sepa trataros como os merecéis.
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