Hay cosas en la vida que no sabes por que, te llevan a
volver atrás a un momento, a un lugar, a otro tiempo del pasado, para aprender
y superarte una vez más. No se trata de algo pactado contigo mismo, o de una
acción que tu mente haya previsto. Un día cualquiera, te levantas y como si una
fuerza incontrolable e irreconocible, todo se desarrolla para que acabes en un
lugar concreto frente a alguien que posiblemente te dejara algo pendiente de
finalizar. ¡No hablo de amor! ¡No hablo de amistad! Hablo de crecimiento
personal. Hablo de aprender y ser más fuerte después pese a que el tiempo
trascurrido haya sido poco o mucho.
¿La vida da segundas oportunidades? Por desgracia, si y
digo por desgracia, porque yo soy la primera que no cree en las segundas
oportunidades. Aunque, si miramos de cerca estas “segundas oportunidades” de
las que hablo, no me refiero a tiempos muy largos. Son momentos cruciales que
pueden durar minutos, segundos, horas,… pero nunca días, ni meses, ni años. Es
algo que te ayuda a enmendar un asunto pendiente y sin saber muy bien como ni
porque no, normalmente suele ser para curarte a ti mismo.
¿Hay que evitar estos momentos? Bien, si nos centramos en
reuniones de ex alumnos hasta la respuesta es clara: ¡SÍ! Pero sin embargo no debemos olvidar
que cada acción tiene una reacción. Quizás la decisión esté clara y sea la
correcta pero eso no nos evitara pasarnos toda la vida preguntándonos si
hicimos lo correcto al no dar la cara aunque los años nos hicieran madurar y el
tiempo hubiera pasado.
Sin embargo, no siempre se está preparada para descubrir
que los molinos, como en DON QUIJOTE DE LA MANCHA, ni eran tan grandes, ni eran
gigantes. ¿Entonces por qué no enfrentarnos de cara a ellos sin temor
alguno? Pues como en la historia de nuestro hidalgo caballero, en nosotros
habita la misma porción de Sancho que de Quijote y al ver que si puede haber gigantes
pese a que seamos conscientes, muy conscientes de que son molinos, nuestro afán
es el de huir pues no está en nuestro cuerpo la coraza lo suficientemente
gruesa como para enfrentarnos a seres a los que “seguimos temiendo”.
Cuando el amor y la amistad quedan a un lado, y miramos lo
que seguimos arrastrando en nuestras mochila pese al paso del tiempo, a veces
es mejor pararnos en nuestro camino y ser capaces, al menos, de abrir y que es
lo que no nos permite avanzar con la fuerza suficiente como para no tener que
sentirnos abatidos ni cansados cuando acaba el día. Quizás no sea un mal
momento para detenernos, sobretodo ahora que se confunde el final del verano
con el principio del otoño, para hacer una pequeña introspección a nosotros
mismos y saber dos cosas vitales. ¿Podré alcanzar mis sueños? Y las más
importante de todas…. ¿Seré capaz de conseguirlo con todo este lastre que llevo
a mis espaldas?
Nunca es tarde para empezar un nuevo camino. Pero antes de
nada, limpiar esa mochila y retomar el sendero elegido, libres de cuerpo,
mente, alma y espíritu. Cuando se viaja ligero de equipaje, sin duda se viaja
mucho mejor.
MORALEJA: Victor Hugo dijo: "El futuro tiene
muchos nombres: para el débil es lo inalcanzable, para el miedoso es lo
desconocido. Para el valiente, la oportunidad”.
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