Hay pocas personas que pueden alardear de tenerlo todo en
esta vida. Esos pocos privilegiados, que pese al convencimiento erróneo de que
van de sobrados por la vida, en realidad no es así (siempre presume más el que
aparenta tener que el que todo lo posee).
Llegada la fecha de su cumpleaños y tratando de
impresionarlo pues se lo ha ganado por todo lo que a aportado a tu vida sin
saberlo, te exprimes las neuronas al doscientos por ciento para conseguir lo
imposible.
¿Cuál sería el mejor regalo? ¿Un masaje a cuatro manos con
un maravilloso Happy End? Sí,
tentador, sugerente y francamente inesperado pero una vez vistas las tarifas de
esta clase de servicios, descartable de todas todas. ¿Una cena en un buen
restaurante? Pues como no sea acompañado de un viaje a un exótico lugar de la
Polinesia, dado su estatus económico, para él, sería una comida más en un lugar
elegido sin más pena ni gloria. ¿Tirarse en paracaídas desde un avión? Bueno,
la idea no está mal. Regalar adrenalina por un tubo y encima, con las opciones
de previo pago de estas actividades en packs de gran oferta, como que no seria
tan costoso como para no hacerlo realidad. Pero realmente,… ¿Es tan especial
como lo que él se merece? Por esta misma regla de tres, la conducción de un
Ferrari u otro coche de esos especialmente veloces y elegantes no sólo de
admirar sino de conducir, eliminado. ¿Qué más hay? ¿Un pastel especial de esos
con fondant que tanto están de moda? Hombre, mala idea no es. ¿Desde cuándo no
apagará las velas de una tarta? Eso crea otro tipo o de pensamientos como que
ese día, la tuya, sea la tercera, cuarta o quinta tarta que recibe. Te expones
a que te diga,… “¿Tengo cara de pastel o
qué?” Aunque tú podrías responder: “De pastel no pero de bombón sí”.
Eso sí, esta destreza mental no te serviría para evitar el error garrafal de no
haber sido nada original con tu presente. ¿Un Cd de rarezas? Tarde para
buscarlo a contrarreloj. ¿Un DVD firmado por el director? Sí, ya, como si tú
conocieras muchos directores de cine a los que llamar y pedirles ese favor. ¡Se
más realistas, joer! ¿Un libro? Recuerda que te dijo que si no era de economía,
el no leía nada y tú sobre ese asunto, conoces las cuatro regalas básicas como
para acertar con un libro que le guste de veras. Imagina que tú ves el título
gracioso como 1+1 NO SON 2 y piensas
que es una forma divertida de ver la economía. Imagina que se lo regalas y
cuando lo mira, te dice: “¿Y para que
quiero saber yo como dar a luz?” ¡¡¡TIERRA TRAGAMÉ!!! Tú que te las das de
listilla y no paras de meter la pata hasta el cuello.
En fin, al final te rendirás y como mucho, le enviarás una
felicitación virtual esperando que ese gesto un tanto pequeño, sea considerado
algo, no ingenioso, pero sí lo suficientemente importante para que él piense: ¡Gracias
por acordarte de mí!
MORALEJA: El gran Camilo José Cela dijo una
vez: “La
duda, esa vaga nubecilla que, a veces, habita los cerebros, también puede
entenderse como un regalo. Y no es -lo que queda dicho- una aseveración, ya
que, sobre ella, tengo también mis dudas”.
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