Creí que algo así no se olvida jamás (cuando
el corazón se rompe de manera tan dura para siempre, la mella parece que durara
toda vida. Mas no es así. Después de trece duros años me olvidé de ese día, de
ti, de tu forma tan repentina de decir adiós).
Nunca creí que este día llegara y no por
faltar a algo prometido, o por creer que con mi falta de memoria o la falta de
memoria de mi corazón incompleto, pudiera estar escribiendo esto. Pero no,… no
es así. ¡Llegó el día! Y me siento muy mal por ello.
Cuando mi madre me tuvo que recordar el
cumpleaños del abuelo me dije,… ‘¡No! ¡No
puede ser!’ A mi no se me pasa
ninguna fecha. Llamé al abuelo, a tu padre, lo felicité por su ochenta y nueve
años. Al colgar te recordé y me vino a la cabeza ese fatídico veintiséis de
octubre de dos mil. ¡Había tanto planeado por aquella fecha! Tres bodas, una
justo al mes siguiente, dos muy lejos de tu casa y tu, por no faltar a ninguna
de ellas y poder cumplir con todas tus sobrinas, te pasaste todo el año trabajando
durante dos años (ahora me pregunto si eso fue lo que al final te superó,… el
no tener tiempo ni para ti por querer tener tiempo para todos los tuyos).
¡No lo merecíamos! ¡Yo hoy no me lo merezco!
Tengo un sabor agridulce en la boca. Mis manos tiemblan y siento un vació
inmenso por dentro. ¡Pensaba que te recordaría siempre!
Para mi no te has ido y no es algo que diga
ahora por quedar bien. Aquí, en mi casa, en casa de mi madre, no ocultamos tus
fotos y siempre estamos hablando de ti. Es un recuerdo constante de alguien que
significó tanto que ni con su marcha pudimos arrancar de nuestras vidas.
Incluso mi niño, ni precioso sobrino que ni siquiera pudo conocerte, habla de
ti en presente como si estuvieras aquí en este momento (de pequeño no paraba de
mirar al cielo y reírse. ¡Yo se que ese eras tú! Haciéndole cucamonas a nuestro
pequeño cachorrito y protegiéndolo desde el más allá).
Las lágrimas se precipitan ahora en mis ojos
culpables por olvidarme de tu día. La presión en el pecho aumenta y no hay
consuelo para mi despiste.
Querría decirte tantas cosas, excusarme de
forma que fuera más creíble pero sólo se hablar con la verdad. ¡Me olvidé! No
de ti tío que me quería como a su hija, segundo padre, sino de esa fecha en que
mi corazón dejó de estar completo pues un pedazo enorme se fue para siempre.
Te quiero tito y te tengo tan presente, que
el día de tu muerte, me ha gustado olvidarlo a medias.
Tuya, tu sobrina,
DENEB
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