viernes, 4 de octubre de 2013

PRECIPITARSE (poema)


PRECIPITARSE

 

Esperé una ayuda.

Llegó in extremis.

La lengua no era la mía,

mi país tampoco,

mi cultura la de la calle.

¿Actuaron correctamente?

¡Yo no soy médico señores!

No puedo opinar sobre

asuntos que desconozco.

Alguien me cogió

y me dijo que me fuera.

¡Así fue todo!

Luego llegó una cama,

un plato caliente.

¡Estos si llegaron

demasiado tarde!

Con veintitrés años

en una tierra extraña,

mi alma se escapó de mi cuerpo

(y eso que yo no pesaba casi nada).

 

Ahora ya no tengo hambre,

ni frío, ni duermo en la calle.

Ahora, que desde aquí arriba

todo se ve más claro,

que el sol ilumina hasta

las mentiras de los más cobardes,

me siento en paz conmigo mismo.

 

¡Me duelen los míos!

Sufro por los

que viven como vivía

yo cuando aún tenía vida.

Los veo allá abajo,

(hace pocas horas

yo era uno de ellos)

y me pregunto,…

¿Cuándo llegarán a precipitarse

en que no haya nadie más

que muera como yo?

 

El otoño llegó.

El frío se acerca lentamente,

con paso firme,

directo a congelar el tiempo.

¿Cuántas mantas

no serán necesarias?

¿Cuántos platos se servirán

de menos después

de la primera noche gélida?

¿Cuántos muertos hace falta

para abrir los ojos

de un país ciego?

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