TE PIERDO EN LA PARTIDA
Una partida de cartas.
¡La más alta gana!
Me tocó un tres.
¿Qué lleva él?
Con la reina me gana.
Te abandono y no me duele.
En el ayer me hubiera quedado
libremente magullado con tu perdida.
“¿Cuánto vale?
Ahora ya nada.
¿Valió algo?
Hace mucho fue
lo más valioso de mi vida.
¿No la quieres?
Es ella la que no me quiere a mí”.
Te veo lejana y marchita.
¡No me duele!
Tu soberbia nostalgia,
hirióme por entero,
atravesando nuestro pasado,
arrancándolo de cuajo de mi pecho.
“¿No vale nada caballero?
¿Por qué la apostó a un juego?
Porqué sólo fui
una chanza para ella,
un chiste mal contado,
una diversión pasajera”.
¡Ahora me mofó
yo de su escasa valía!
Juégasela, apuéstenla, piérdanla.
Nada inmutará ya su espíritu.
“¿Otra partida amigo?
Claro,… aún no es tarde.
¿Qué va a jugarse ahora?
Sólo me queda el corazón.
¿Quién me da algo por
este pulso fiado?”
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