El calor había empezado de golpe. De una
semana mediana de primeros rayos de sol tras una primavera rara a una semana sofocante de angustiosos calores
enervantes.
Para colmo el aire acondicionado de la oficina
se había estropeado y eso hacía casi imposible concentrarse en el trabajo.
Todos intentábamos aliviar el calor tomando agua, viniendo a trabajar con ropas
más frescas pero ni aun así, podíamos aliviar la sensación completamente
asfixiante.
A medio día, después de comer, bajé a los
vestuarios dispuesto a darme una ducha. Los vestuarios eran mixtos y hacían
turnos para cambiarse, pero a esas horas, nadie venía por allí. Me desnudé, me
fui para las duchas. Cuando estaba apunto de entrar bajo el agua me di cuenta
de que no había cogido una toalla. Desnudo salí y de golpe me encontré con
ella,… Alba. Era una chica preciosa de la oficina con la que había camaradería
y trato cordial. Había tenido la misma idea que yo y estaba completamente
desnuda frente a mi y yo igual frente a ella. No podía dejar de mirarla.
Aquella piel blanca, su cabello castaño claro, sus ojos color miel, su pubis
perfectamente depilado son apenas un triangulo de vello púbico bien recortado,
sus pechos de la talla cien o ciento cinco aún firmes para ser una chica de 33
años. ¡Era una diosa! No puede evitar mirarla de arriba abajo una y otra vez
hasta que la excitación se hizo visiblemente incómoda. Me puse rojo y le pedí
disculpas. Cuando estaba dispuesto a vestirme y irme avergonzado de mi falta de
decoro, ella me acercó hacia a mi y mirándome fijamente empezó a deslizar su
mano por mi pene. Yo no sabía que hacer. Nunca me había pasado nada así. Su
mano me estaba pajeando. Era dulce, con movimientos lentos, dejando que la
excitación me fuera invadiendo lentamente por todo mi cuerpo. No paraba de
mirarme con sus hermosos ojos y gemía sintiendo mi excitación crecer. No podía
contener mi deseo y me derramé en su mano.
Se fue para la ducha sin dejar de mirarme para
lavar su mano y yo la seguí. Empezó a mojarse todo el cuerpo y le gustaba que
yo la mirara. Actuaba como si yo no estuviera y fuera una de sus duchas íntimas
como si estuviera en casa, completamente sola. Pero no lo estaba. Yo miraba. El
agua recorría todo su cuerpo y ella, extendía el agua por sus brazos y por sus
piernas. Empezó a acariciarse los pechos mojados y a dejar que sus dedos
juguetearan cono sus propios pezones que empezaron a erectarse por el placer. ¡No podía creerlo! Mientras ella no dejaba
de mimarse y de empezar a gemir de placer, su mano derecha bajó hasta su sexo y
empezó a acariciarse allí, delante de mí. Mi sexo no pudo permanecer impasible
al ver aquel espectáculo de placer intimista que ella estaba compartiendo
conmigo. Sus dedos se fueron deslizando para sus adentros y sus gemidos iban en
aumentó. Quería formar parte de ese placer y deslizarme junto a ella en la
ducha pero no podía dejar de ver aquella tremenda visión y desear que no parara
de disfrutar de ella misma. ¡¡¡Me excitaba mucho contemplar masturbándose!!! Vi
como su cuerpo se estremecía una y otra vez y que ya eran sus dos manos las que
estaban proporcionándole un placer supremo. Creí que no podría intervenir pero
ella me miró fijamente y extendió una mano para que me acercara. Me dio la
espalda y ella se apoyo directamente contra la pared. Sin mediar palabra y con
el agua mojando los dos cuerpos, me adentré en su trasero. Ella tenía las manos
extendidas en la ducha y yo empujaba mi sexo más y más dentro de su culo. No
podía dejar de gemir de placer y ella estaba tremendamente cachonda gimiendo como una posesa pidiéndome más y mas.
“No pares, no pares”,… me pedía
suplicantemente entre gemidos una y otra vez. No paraba y seguía embistiéndola
como una bestia desbocada sin freno ni control. Ella se derramaba y seguía
suplicándome mas y mas firmeza. Creía que me iba a morir de placer cuando al
final me corrí entre sus nalgas. ¡¡¡Fue increíble!!! En mi vida había sentido
tanto placer.
Desde aquel día en la oficina seguimos siendo
buenos compañeros de trabajo pero al medio día, nos volvemos muy salvajes bajo
el agua de la ducha de los vestuarios mixtos de nuestra empresa.
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