SACRIFICANDO DEMONIOS
Te mantenía tan presente
que a veces eras mi sombra
(una cosa molesta e insignificante
que sólo aparece cuando
el sol está en lo más alto,
como el jefe presionarte,
como el padre dominante).
Anidaste en mi mente
y me olvidé de ser yo.
Eclipsándome viviste de mí,
intentaste existir por mi,
elegir por mi, …
esclavizarme a ti.
Cuando ya no tuve
nombre,… me asusté.
Escondida en lo más oculto
de lo que un día fue mi cuerpo,
empecé ha hacerme
fuerte con mis demonios,
todos aquellos que tu no conocías,
todos aquellos que jamás
podrías superar siendo yo.
Uno a uno, los fui haciendo míos.
Superarlos desde dentro, cara a cara,
como jamás lo hubiera
hecho de no ser nada.
Poco a poco, retorné conquistando
mis ojos, mi nariz, mis orejas,
mi mano, mi pie, mi muslo,
mi entrepierna, mi cabeza,
mi pecho, mi sexo,…
Me gané lentamente,
te sacrifiqué para liberarme.
Cuando la noche es fría
te recuerdo y lloro una lágrima.
¡Es lo único que me permití recordarte!
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