ESCAPARATE
Tras el vidrio,
un instante,…éramos
uno.
Traspasaban los ojos
aquella arena
trasparente
para unirnos un
momento.
Su cabello se
recostaba
en mi nuca con
maestría.
No había tacto ni
contacto.
No existía
lo suyo,
lo mío,
lo nuestro.
Mi mundo se paraba
por ti a mi lado,
recostado,
dormitando por
nosotros.
Sin palabras nos
preguntamos
cada día qué tal
estábamos,
cómo había ido la
larga noche,
cómo podías seguir
mirándome
desde allí fuera sin
hablar conmigo.
Las manecillas del
reloj
se volvieron contra
mí.
Te apretaban por
dentro,
aplastando nuestro
instante
contra el maldito
presente.
Alejándote entre la
multitud,
sentí morir mi alma
un poco a cada
centésima de segundo.
Al minuto ya no tenía
latido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario