Un día quedamos en lugar lejos de las miradas de todos y los
labios encontraron consuelo los unos en los otros dejando que las lenguas se
anudaran junto al placer y el deseo.
¿Ir más allá? Porque no. Cogimos uno de los coches y nos
adentramos en la autopista. Yo conducía y sus manos se deslizaban por mi
cuerpo. Mi excitación iba en aumento cuando ella desabrochó mi pantalón y
empezó a acariciar mi sexo por encima del slip. Sentí incrementar mi excitación
a la vez que mi pene crecía. El coche iba cada vez más rápido. Eso nos excitaba
a ambos.
Su boca se acercó a mi sexo.
Con sus dientes bajó el slip y se introdujo toda mi virilidad
creciente en su boca.
Succionaba mi pene de forma magistral.
Yo intentaba disfrutar intentando mantener mi mirada en la
carretera. No podía. Su boca era magistral, se movía de forma acompasada y me
llevaba al éxtasis supremo. Empezó a morder mi glande totalmente erecto.
¡¡¡Creí morir de placer!!! Me lamía todo el nabo arriba abajo, arriba abajo,
sin dejarse ni un centímetro. Sentí como recorría un tremendo escalofrío de
placer por todo mi cuerpo. Un grito ensordecedor cuando llegue al orgasmo me
dejó casi sin sentido. Como pude, salí a un lateral y entre convulsiones
orgásmicas, llegué otra vez a derramarme en su boca. Apenas tenía fuerzas. Me
había dejado vacío. ¡¡¡FUE ALGO INCREÍBLE!!!
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