Quedar
para tomar algo y conversar. Nos sentamos después de un par de besos tímidos.
Llegan las primeras miradas cómplices delante de una taza de café. El roce de
su mano alcanza la blonda de mi blusa, la que está cerca de mi muñeca. El
corazón se acelera (quizás el suyo también). Me gustaría que me besara pero la
espera,… es un placer diferente e intenso. Sigue hablando y no puedo dejar de
mirar su boca. Su lengua humedece sus sensuales labios y retoma su charla con
esa mirada intensamente sensual. Su sonrisa pícara me altera. Me sonrojo y le
regalo una sonrisa tímidamente dulce. Su mano se acerca a mi cara y me retira
un mechón de pelo. Su roce es cálido y furtivo sobre mi mejilla. Un suspiro avivado
se escapa de mí. Si lo ha notado,… no dice nada. ¡Te encanta que sea así! Hay
un momento agudo de silencio. Los ojos se miran penetrantemente. ¡Todo es
nuevo! Te levantas pues prefieres andar un rato a su lado. Empezamos a andar y
nos miramos por turnos sin decir nada, sin cruzar miradas. Las palabras cuestan
que salgan estando uno tan cerca del otro. Seguimos caminado y entramos en un
precioso parque que está completamente vacío. ¿Nos sentamos? ¿Seguimos
caminando? Ninguno de los dos dice nada. Un aspersor te moja y me río al ver tu
pantalón mojado. ¿Dónde mirabas para no
verlo? Te pregunto sonriente. Me
miras fijamente mientras te acercas al aspersor y te mojas las manos para
salpicarme gotitas de agua. Intento escabullirme pero insistes. Me persigues.
Empiezo a correr. Me acosas con las manos mojadas. Yo tropiezo y caigo al
suelo. Tú no puedes frenar y te caes encima de mi. Nos miramos fijamente y las
carcajadas inundan todo el parque. Te levantas y me ayudas a incorporarme. Nos
quedamos con los ojos fijos los dos. Las miradas arden cuando empieza a llover.
¡Sígueme! Me dices y empezamos a correr de nuevo.
Llegamos a tu coche. Estoy empapada. Tu también. Empiezo a temblar de frío. Tú
me abrazas. El calor de tu cuerpo me hace recuperar mi calor. Las miradas se
cruzan otra vez. Llega el roce de los labios lento, dulce, tierno. El primer
beso. Tu boca saboreando mis labios. Tus besos suaves me hacen enloquecer.
Arrancas
el coche y te diriges a tu casa. Llegamos y sigue lloviendo. Corremos los dos
hacia la puerta. Entro en ella un poco asustada. Empiezas a quitarte la ropa
mojada. Me ofreces tu cuarto para quitarme la ropa y estar sola si quiero. Te
vas al comedor y enciendes el fuego de la chimenea. Yo, en tu cuarto, me he
quitado la ropa mojada y me he puesto una de tus camisetas. Voy al comedor y
allí estás tú. Has preparado algo caliente pero no te percatas de que yo estoy
allí, muy cerca de ti. Sólo llevas un pantalón cómodo y caminas descalzo. Te
giras y me ves. No dices nada. Me haces un gesto para que entre a la zona que
es más cálida. Me siento en la alfombra, frente a la chimenea. Te sientas
conmigo. Me acerco a ti y me tumbó recostada en tu pecho. Tus dedos se deslizan
por mi piel. Mis manos por tu cuerpo. Todo tiene un rumor diferente a primeros
roces, primeros besos, primer contacto, primera excitación.
No
hay nada sexual y todo es muy sensual. ¡¡¡TE DESEO!!! Pero no me importa
esperar,… ¡Lo bueno se hace esperar!
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