sábado, 1 de marzo de 2014

VELETA (poema)


VELETA

 

¡No soy veleta amor!

Sé muy bien cual es mi destino.

Es la inquietud de mi juventud

la que me domina en horas bajas

y es entonces cuando ni el mejor viento,

es capaz de encarrilar mis pasos de nuevo.

 

¡No soy veleta amor!

No te confundas.

Si algún día erre mi rumbo

por mis infinitas ganas de conocer mundo.

Si mis pasos fueron guiados

por el rocío de la mañana

o por el de la brisa de la noche,

no tiene culpa mi norte de lo que ansía el alma mía.

 

¡No soy veleta amor!

¡Estoy segura de ello!

Mil vientos me azotaron por entero

y ni me moví un ápice de mi lugar.

No zozobró en ningún instante mi instinto,

ni mis ganas inmensas de libertad.

 

¡No soy veleta amor!

No importa que no me creas.

Es fácil dudar del viento inconstante,

de los azotes inconstantes

de sus ráfagas contra tu ventana,

de los vendavales que, de madrugada,

se meten en tu cama para sacar tu mejor fuego,

de la lujuria viva que reina

cuando las isóbaras se unen

tanto que hasta asusta su fuerza.

 

No importa que no me creas amor.

¡No soy veleta!

Sólo estuve presa demasiado tiempo.

Ahora, que el aire es propicio para mí,

no pienso llegar a ras de suelo otra vez,

sin haber volado mil días y mil noches,

en completa libertad.

 

¡No soy veleta amor!

¡Nunca lo fui!

¡Nunca lo seré!

Sólo viento,

dulce brisa del sur,

cálido, indomable, puro,

rebelde,… todo yo.

Eso es lo que soy.

¡Sólo eso!

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