Lentejuelas de colores. Máscaras desemejantes. Pelucas con
luminosidad estridente. Dientes falsos. Uñas simuladas. Cuernos ilusorios.
Plumas perennes enredadas en boas larguísimas. Chupetes de medio metro. Pañales
inmensos para adultos como niños. Infinitos maquillajes. ¡Todo vale para vivir
el Carnaval! Y no importa si te pasas con el rímel, con la brocha, si te
manchaste o pareces un fantoche a tus ojos. ¡Hoy vale todo!
Hoy las niñas pueden ser por un día las princesas de los
cuentos. Hoy los niños pueden luchar disfrazados de samuráis. Hoy los padres
pueden acercarse a un colegio con la tranquilidad de que pese a todo, sus hijos
son felices jugando a la libertad.
Hoy, las no tan niñas, puede vestirse mas extremadas que
nunca representado un papel apropiado para cautivar todas las miradas: gatita
sexy, demonia traviesa, enfermera apabullante, policía dominante,…
Hoy, los no tan niños, también pueden calzarse sin temor
alguno tacones de infarto, pelucones con melenas explosivas, minifaldas que
quitan el hipo,…
¡Hoy toda vale! La música, los bailes, los movimientos del
cuerpo en cualquier dirección y con cualquier corografía.
¡Hoy todo vale! Es el día de Don Carnal, antes que Doña
Cuaresma, represiva, mojigata, severa,… devuelva de nuevo las cosas a su lugar.
Pero en el día de hoy no tengáis miedo de salir a la calle
con algo diferente. No importa que no parezca mucho o que sea inapropiado para
tu forma de vivir la vida, de mostrarte, de ser es alguien que tú mismo
reprimes con temor para tus adentros.
Hoy es día, el mejor día, para vivir intensamente el
momento y que mejor que jugando a ser niños que cogen una peluca y mirándose al
espejo se dicen: soy una princesa, soy un vampiro, soy un payaso.
MORALEJA: Unas frases de Aurora Cáceres
Moreno para poner punto final a este día de locura colectiva llamado Carnaval: “Las carcajadas
resonaban confundiéndose entre el murmurio de los diálogos amorosos, las
conquistas fáciles, las citas apremiantes. Las parejas se estrechaban en
enamorado abrazo y el rumor de los besos carecía de ensueño en el bullicio
público y licencioso de la vía pública. La risa del día de carnaval lo toleraba
todo, lo festejaba todo, la risa pecaminosa, la risa de amor, de una alegría
espontánea y despreocupada”.
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