martes, 25 de marzo de 2014

ACOSADA (relato)


 
Sentirse atraída por un acosador no es cosa de broma. En principio un acosador es alguien molesto que está ahí en todo momento, siguiendo tus pasos donde quiera que vayas. Sabe cuando entras, cuando sales, cuando vienes, cuando vas,… todo. Puede ser alguien obsesivo, desequilibrado, peligroso. Pero tengo que reconocer que yo me sentía francamente atraída desde el primer día por el mío.

 

La primera vez que recibí una nota de mi acosador fue al salir del trabajo en el parabrisas de mi coche. Decía:

 

“Es imposible no verte. Cuando sales del coche y

tu cabello refleja los rayos del sol, creo que voy

a perder el control. Quiero ir hacia a ti, hablarte,

decirte lo mucho que me gusta cuando vas con

tu camiseta calada salmón con aquel top color

piel bajo él. Me hace fantasear de manera salvaje

contigo y pese a todo, me limito a esta simple nota

que colocaré en el parabrisas de tu coche.

¡Eres toda una mujer! Eres todo lo que puede

desear un hombre y más”.

 

Nadie firmaba la nota y aquellas palabras que deberían hacerme subir la guardia y salir espantada, me gustaron tanto que al día siguiente, me vestí justo tal y como a él le gustaba.

 

Aquella mañana en el trabajo fue horrible. Salí a comer donde lo hacía siempre. Nos juntamos un par de compañeras. Cuando abrí mi servilleta para ponerla en mi regazo, una nota cayó de su interior. Era suya:

 

“Mi dulce ninfa de cabellos negros azabache.

¡QUE DELICIA VER QUE TE GUSTÓ MI NOTA!

Que gozo inmenso poder contemplar esa

prenda que parece que esculpe tu cuerpo

de manera tan enigmática que cualquiera

podría perder la razón con los movimientos

de tu cuerpo al caminar. ¡Te deseo!

Ansío besar tu boca, tocar tu piel,

deslizarme por tu esencia y beberte

sin dejar ni una gota”.

 

Aquella nota no solo me agradó sino que despertó un poco de excitación en mí. Mis senos se pusieron un poco duros y por un momento, temí que le pudiera observar aquella mínima erección en mí. Me sonrojé por ello.

 

La tarde fue dura, más que la mañana. Deseaba llegar a mi coche para ver si había otra nota para mí. Cuando llegué no había nada. Me sentí un poco defraudada. Sé que ya había tenido mi dosis diaria de halagos pero,… en poco tiempo me había enganchado a ser la obsesión de alguien. ¡Era como una droga! Una droga buena que me sacaba, por unos instantes, de la estúpida y necia rutina.

 

Llegué a casa y cuando abrí la puerta, había una nota bajo ella. Debería haberme asustado pero me alegré muchísimo de tener una nueva dosis de… locura en mi vida.

 

“Jamás pensé que podría verte responder

así tan rápidamente. ¡No te sonrojes por ello!

Eso solo muestra que tu lado más salvaje está

ahí, bajo tu piel, deseando ardientemente ser

desatado por alguien que esté a tu altura.

¡Deseo ser yo! Deseo estar en tu mente como

tú estás en mi mente. Deseo que fantasees conmigo,

que ansíes deslizarte por mi cuerpo como yo deseo

hacer por el tuyo. ¡Nos vemos pronto! Siento que

pronto ambos estaremos anhelando estar

el uno frente al otro”.

 

Me fui a la cama y tuve sueños muy ardientes con mi acosador. Soñé que me acorralaba un día mientras volvía del trabajo en mitad de la carretera. Su coche bloqueaba el mío y me hacía salirme de la carretera asustada. Estábamos en mitad del bosque y yo no podría abrir la puerta del piloto. Él, venía y la abría. Me sacaba y me cogía en brazos para alejarme del choque. Luego, me dejaba en el suelo, me cogía del cuello dulcemente y me besaba. Yo le devolvía el beso con tanta pasión como furia sentía en aquel instante. Una de sus piernas se colocó en medio de las mías y la presión que ejercía hacía mi sexo, me hacía gemir de placer. Arrancó mi blusa al escucharme y hundió su boca en mis pechos que sacó apresuradamente de mi sujetador. Succionaba mis pezones, los mordisqueaba justo al límite del dolor que yo podías soportar. Se arrancó él mismo su camisa y desabrocho apresuradamente su pantalón. Sin más preámbulos, arranco mis braguitas y postró su sexo profundamente dentro del mío. Me envestía como un animal salvaje y yo no podía controlar lo mucho que aquello me gustaba. No se cuantas veces fui capaz de llegar al orgasmo entre sus acometidas pero cuando me desperté mojada y dolorida, tuve que meterme los dedos en mi sexo para aliviara más el ardor causado en todo mi ser.

 

Me fui al trabajo y al llegar, una cajita me esperaba en recepción con una nota:

 

“No sé si te parecerá buena idea pero,… deseo

que te pongas esto más tarde para mí.

¿Te gustaría? Si dices que si sólo tienes

que estar a la hora de comer en el parking

de tu empresa, en el asiento del copiloto

y con las llaves en el contacto. No te

arrepentirás. Se que lo deseas tanto como yo”.

 

Abrí la caja y era un pañuelo oscuro de mujer precioso. Olía a vainilla y estaba claro lo que deseaba que hiciera con él: vendarme los ojos.

 

Seguro que más de uno estará pensando que recuperé la cordura y no hice lo que me pidió. ¡Os equivocáis! Deseaba tener algo excitante en mi vida y el,… lo era de la cabeza a los pies. Era un desconocido absoluto, un loco quizás,… ¡¡¡QUE MÁS DABA!!! Eso hacía que todo fuera aún más morbosamente interesante.

 

A la hora de comer, con las llaves en el contacto y yo en el asiento del copiloto, esperé sólo un para de segundos una vez hube vendado mis ojos. La puerta se abrió y alguien entró. Tenía un perfume muy sugerente de Calvin Klein. ¿Dónde había sentido yo ese aroma? Intente recordarlo tan intrigada como avivada.

 

-         Esta preciosa.

 

Las palabras que salieron de sus labios fueron como una caricia que recorrió todo mi cuerpo como si de una suave y deslizante pluma se tratara en cuestión de segundos. Su voz era tremendamente atrayente. También me era familiar. El corazón me latía apresuradamente.

 

-         No tengas miedo. Nada será lo que tú no quieras.

 

Casi pierdo el control al escuchar aquellas palabras de su boca.


Arrancó el coche y se adentro en un camino lleno de pequeños baches, de pequeñas pierdas. No tenía miedo, ya no. Su voz, su aroma, sus palabras habían apaciguado todos mis temores.

 

Llegamos a un lugar en medio de la nada. Escuchaba pájaros. Podía notar la brisa del aire colarse por las ventanas y meterse en el coche, colándose por cada pliegue de mis ropas. Escuchaba agua, un pequeño riachuelo estaba cerca.

 

Paró el coche. Apagó el motor. Mi corazón empezó atropelladamente a latir descontrolado. Su mano se posó en mí para dulcemente. Note su boca cerca pero sin acabar de llegar a la mía. Estaba claro que no quería forzarme a nada. Adelanté la mía y me estrellé con sus labios. Eran carnosos y su lengua, una culebra que se movía con destreza jugando diestramente con la mía.

 

Dejó de besarme suavemente. Cogió mi mano y la acercó a su piel. La puso sobre su pecho y pude sentir latir su corazón tan vigorosamente como él mío. El notar su cuerpo aún cegada de visión, el poder sentir su excitación galopar en su pecho, me dejó a su merced. Acerqué mi mejilla a su pecho. Un gemido intenso suyo inundó aquel momento. Ladee la boca como un perrillo buscando a ciegas el pecho de su madre. Cuando encontré sus pezones, los devoré como alguien que había pasado décadas sin comer absolutamente nada. Sus suspiros gozosos me provocaban más y más. Busqué su mano y la cogí para estrellarla contra la entrepierna de mi pantalón, justo para que apretara mi sexo. Eso le hizo gritar de placer y a mí de deleite absoluto.

 

Apresuradamente me despojó de mi prisión tejana. Quitó mis braguitas e introdujo vigorosamente su sexo en el mío. Estaba muy bien dotado pues me hizo daño la primera vez que la metió. Él notó el dolor en mi rostro y con su sexo dentro del mío, no se movió. Bajó sus dedos suavemente a mi clítoris y empezó a deslizarlo tan vigorosamente que me derramé a los pocos minutos. Poco a poco, fue moviendo sus caderas, entrando y saliendo en mí primero delicadamente, con mucho tacto y al ver que ya todo mi ser era goce pleno, cada vez un poquito más y un poquito mas rápido hasta llegar a la potencia del sueño de la noche anterior. Yo grita, sollozaba de delicia, me venían los orgasmos en tropel con aquella maquina sexual masculina entre mis muslos. Seguía dura tras mucho tiempo. ¡Era increíble!

 

No sé cuando tiempo estuvo poseyéndome pero perdí la consciencia un poco y todo de tanto vigor, de tanto placer jamás sentido. Cuando por fin, se derramó por fin dentro de mí, y pude sentir su leche recorrer mis muslos por dentro, tuve el orgasmo más increíble que había tenido jamás hasta aquel momento. Sin salir de mí, me besó, me quitó la venda de los ojos y pude mirarle a los ojos. Sabía quien era y aún deseaba aún más, que siguiera siendo mi acosador, mi amante, lo que él deseara, todo lo que él quisiera.

 

2 comentarios:

  1. ¿Quién era él?
    Y es más, ¿qué fragancia de Calvin klein llevaba?
    ¡Qué enigmas!

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    1. ¿Quién era él? Jajajaja. Ese enigma no lo desvelo, no aún. Pero si te digo que fragancia de Calvin Klein llevaba: IN2U for man.

      ¡¡¡Sigue disfrutando cada martes de mis relatos!!! Y si lo deseas, cada día de mi blog.

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