Sentirse atraída
por un acosador no es cosa de broma. En principio un acosador es alguien
molesto que está ahí en todo momento, siguiendo tus pasos donde quiera que
vayas. Sabe cuando entras, cuando sales, cuando vienes, cuando vas,… todo.
Puede ser alguien obsesivo, desequilibrado, peligroso. Pero tengo que reconocer
que yo me sentía francamente atraída desde el primer día por el mío.
La primera vez
que recibí una nota de mi acosador fue al salir del trabajo en el parabrisas de
mi coche. Decía:
“Es imposible no verte. Cuando sales del coche y
tu cabello refleja los rayos del sol, creo que voy
a perder el control. Quiero ir hacia a ti, hablarte,
decirte lo mucho que me gusta cuando vas con
tu camiseta calada salmón con aquel top color
piel bajo él. Me hace fantasear de manera salvaje
contigo y pese a todo, me limito a esta simple nota
que colocaré en el parabrisas de tu coche.
¡Eres toda una mujer! Eres todo lo que puede
desear un hombre y más”.
Nadie firmaba la
nota y aquellas palabras que deberían hacerme subir la guardia y salir
espantada, me gustaron tanto que al día siguiente, me vestí justo tal y como a
él le gustaba.
Aquella mañana
en el trabajo fue horrible. Salí a comer donde lo hacía siempre. Nos juntamos
un par de compañeras. Cuando abrí mi servilleta para ponerla en mi regazo, una
nota cayó de su interior. Era suya:
“Mi dulce ninfa de cabellos negros azabache.
¡QUE DELICIA VER QUE TE GUSTÓ MI NOTA!
Que gozo inmenso poder contemplar esa
prenda que parece que esculpe tu cuerpo
de manera tan enigmática que cualquiera
podría perder la razón con los movimientos
de tu cuerpo al caminar. ¡Te deseo!
Ansío besar tu boca, tocar tu piel,
deslizarme por tu esencia y beberte
sin dejar ni una gota”.
Aquella nota no
solo me agradó sino que despertó un poco de excitación en mí. Mis senos se
pusieron un poco duros y por un momento, temí que le pudiera observar aquella
mínima erección en mí. Me sonrojé por ello.
La tarde fue
dura, más que la mañana. Deseaba llegar a mi coche para ver si había otra nota
para mí. Cuando llegué no había nada. Me sentí un poco defraudada. Sé que ya
había tenido mi dosis diaria de halagos pero,… en poco tiempo me había
enganchado a ser la obsesión de alguien. ¡Era como una droga! Una droga buena
que me sacaba, por unos instantes, de la estúpida y necia rutina.
Llegué a casa y
cuando abrí la puerta, había una nota bajo ella. Debería haberme asustado pero
me alegré muchísimo de tener una nueva dosis de… locura en mi vida.
“Jamás pensé que podría verte responder
así tan rápidamente. ¡No te sonrojes por ello!
Eso solo muestra que tu lado más salvaje está
ahí, bajo tu piel, deseando ardientemente ser
desatado por alguien que esté a tu altura.
¡Deseo ser yo! Deseo estar en tu mente como
tú estás en mi mente. Deseo que fantasees conmigo,
que ansíes deslizarte por mi cuerpo como yo deseo
hacer por el tuyo. ¡Nos vemos pronto! Siento que
pronto ambos estaremos anhelando estar
el uno frente al otro”.
Me fui a la cama
y tuve sueños muy ardientes con mi acosador. Soñé que me acorralaba un día
mientras volvía del trabajo en mitad de la carretera. Su coche bloqueaba el mío
y me hacía salirme de la carretera asustada. Estábamos en mitad del bosque y yo
no podría abrir la puerta del piloto. Él, venía y la abría. Me sacaba y me
cogía en brazos para alejarme del choque. Luego, me dejaba en el suelo, me
cogía del cuello dulcemente y me besaba. Yo le devolvía el beso con tanta
pasión como furia sentía en aquel instante. Una de sus piernas se colocó en
medio de las mías y la presión que ejercía hacía mi sexo, me hacía gemir de
placer. Arrancó mi blusa al escucharme y hundió su boca en mis pechos que sacó
apresuradamente de mi sujetador. Succionaba mis pezones, los mordisqueaba justo
al límite del dolor que yo podías soportar. Se arrancó él mismo su camisa y
desabrocho apresuradamente su pantalón. Sin más preámbulos, arranco mis
braguitas y postró su sexo profundamente dentro del mío. Me envestía como un
animal salvaje y yo no podía controlar lo mucho que aquello me gustaba. No se
cuantas veces fui capaz de llegar al orgasmo entre sus acometidas pero cuando
me desperté mojada y dolorida, tuve que meterme los dedos en mi sexo para
aliviara más el ardor causado en todo mi ser.
Me fui al
trabajo y al llegar, una cajita me esperaba en recepción con una nota:
“No sé si te parecerá buena idea pero,… deseo
que te pongas esto más tarde para mí.
¿Te gustaría? Si dices que si sólo tienes
que estar a la hora de comer en el parking
de tu empresa, en el asiento del copiloto
y con las llaves en el contacto. No te
arrepentirás. Se que lo deseas tanto como yo”.
Abrí la caja y
era un pañuelo oscuro de mujer precioso. Olía a vainilla y estaba claro lo que
deseaba que hiciera con él: vendarme los ojos.
Seguro que más
de uno estará pensando que recuperé la cordura y no hice lo que me pidió. ¡Os
equivocáis! Deseaba tener algo excitante en mi vida y el,… lo era de la cabeza
a los pies. Era un desconocido absoluto, un loco quizás,… ¡¡¡QUE MÁS DABA!!!
Eso hacía que todo fuera aún más morbosamente interesante.
A la hora de comer,
con las llaves en el contacto y yo en el asiento del copiloto, esperé sólo un
para de segundos una vez hube vendado mis ojos. La puerta se abrió y alguien
entró. Tenía un perfume muy sugerente de Calvin Klein. ¿Dónde había sentido yo
ese aroma? Intente recordarlo tan intrigada como avivada.
-
Esta preciosa.
Las palabras que
salieron de sus labios fueron como una caricia que recorrió todo mi cuerpo como
si de una suave y deslizante pluma se tratara en cuestión de segundos. Su voz
era tremendamente atrayente. También me era familiar. El corazón me latía
apresuradamente.
-
No tengas miedo. Nada será lo que tú no quieras.
Casi pierdo el
control al escuchar aquellas palabras de su boca.
Arrancó el coche y se adentro en un camino lleno de pequeños baches, de pequeñas pierdas. No tenía miedo, ya no. Su voz, su aroma, sus palabras habían apaciguado todos mis temores.
Llegamos a un
lugar en medio de la nada. Escuchaba pájaros. Podía notar la brisa del aire
colarse por las ventanas y meterse en el coche, colándose por cada pliegue de
mis ropas. Escuchaba agua, un pequeño riachuelo estaba cerca.
Paró el coche.
Apagó el motor. Mi corazón empezó atropelladamente a latir descontrolado. Su
mano se posó en mí para dulcemente. Note su boca cerca pero sin acabar de llegar
a la mía. Estaba claro que no quería forzarme a nada. Adelanté la mía y me
estrellé con sus labios. Eran carnosos y su lengua, una culebra que se movía
con destreza jugando diestramente con la mía.
Dejó de besarme
suavemente. Cogió mi mano y la acercó a su piel. La puso sobre su pecho y pude
sentir latir su corazón tan vigorosamente como él mío. El notar su cuerpo aún
cegada de visión, el poder sentir su excitación galopar en su pecho, me dejó a
su merced. Acerqué mi mejilla a su pecho. Un gemido intenso suyo inundó aquel
momento. Ladee la boca como un perrillo buscando a ciegas el pecho de su madre.
Cuando encontré sus pezones, los devoré como alguien que había pasado décadas
sin comer absolutamente nada. Sus suspiros gozosos me provocaban más y más.
Busqué su mano y la cogí para estrellarla contra la entrepierna de mi pantalón,
justo para que apretara mi sexo. Eso le hizo gritar de placer y a mí de deleite
absoluto.
Apresuradamente
me despojó de mi prisión tejana. Quitó mis braguitas e introdujo vigorosamente
su sexo en el mío. Estaba muy bien dotado pues me hizo daño la primera vez que
la metió. Él notó el dolor en mi rostro y con su sexo dentro del mío, no se
movió. Bajó sus dedos suavemente a mi clítoris y empezó a deslizarlo tan
vigorosamente que me derramé a los pocos minutos. Poco a poco, fue moviendo sus
caderas, entrando y saliendo en mí primero delicadamente, con mucho tacto y al
ver que ya todo mi ser era goce pleno, cada vez un poquito más y un poquito mas
rápido hasta llegar a la potencia del sueño de la noche anterior. Yo grita,
sollozaba de delicia, me venían los orgasmos en tropel con aquella maquina
sexual masculina entre mis muslos. Seguía dura tras mucho tiempo. ¡Era
increíble!
No sé cuando
tiempo estuvo poseyéndome pero perdí la consciencia un poco y todo de tanto
vigor, de tanto placer jamás sentido. Cuando por fin, se derramó por fin dentro
de mí, y pude sentir su leche recorrer mis muslos por dentro, tuve el orgasmo más
increíble que había tenido jamás hasta aquel momento. Sin salir de mí, me besó,
me quitó la venda de los ojos y pude mirarle a los ojos. Sabía quien era y aún
deseaba aún más, que siguiera siendo mi acosador, mi amante, lo que él deseara,
todo lo que él quisiera.
¿Quién era él?
ResponderEliminarY es más, ¿qué fragancia de Calvin klein llevaba?
¡Qué enigmas!
¿Quién era él? Jajajaja. Ese enigma no lo desvelo, no aún. Pero si te digo que fragancia de Calvin Klein llevaba: IN2U for man.
Eliminar¡¡¡Sigue disfrutando cada martes de mis relatos!!! Y si lo deseas, cada día de mi blog.