Se
apagaron muchas voces el año de fin de mundo.
Etta
James se esfumó sin una última nota. Whitney Houston nos dejó sin su banda
sonora. Donna Summer se cansó de trabajar duro por el dinero y nos dejó sin su
último baile. Fontella Bass se cansó de que se negara la palabra rescate
y se fue a protegernos desde donde nadie le prohíba poder decir “Rescue me”.
El
piano de Ian Bargh
enmudeció. Se quedaron huérfanas las guitarras de Larry
Reinhardt, Enrique de Melchor, Enrique
Sierra y Luis Alberto Spinetta. Las baquetas de
Tonmi Lillman dejaron de sonar.
El
balón quedó sólo en mitad del campo sin Marquitos, Manolo
Preciado, Timo Konietza, Dragan
Miranovic, Juan Echecopar y Piermario Morosini.
Los
periódicos y revistas se quedaron sin los escritos de Mika Yamamoto,
Marie Colvin,
Aatos Erkko,
Osvaldo Valerin y Manuel Calvo Hernando.
Neil
Armstrong se elevó de nuevo al cielo inmenso.
La
risa de muchos se nos tornó llanto cuando nos dejó Miliki.
Michael Clarke Duncan paseará ya por
siempre por la Milla Verde
de nuestro recuerdo.
Santiago
Carrillo abandonó con su cabeza descubierta este mundo buscando
siempre, la igualdad y la libertad inculcadas por sus ideales.
Las
láminas de metal y los alambres quedaron abandonados para siempre por las manos
de Edgar Negret.
Se
abrasaron para quedar solo en el recuerdo los poemas de Agustín García Calvo, Lêdo Ivo,
Alberto Acosta Pérez, Wisława Szymborska y Charles
Higham.
Hubo
muchas voces sin nombre propio que no todos recuerden pero no se olvidan para
los que tenemos alma y corazón, que nos abandonaron desde Nigeria hasta Bagdad,
desde Siria hasta Somalia, desde Irak hasta Ucrania,
desde Honduras
hasta la India ,
desde Argentina hasta Polonia, desde Yemen hasta Bulgaria, desde Newtown
hasta Madrid.
Muchas
voces se nos fueron, algunas antes de su hora y muy cerca de nosotros por culpa
una vez mas, de negligencias por las que no pagan nunca políticos implicados e
informados de los abusos que se producen una y otra vez en eventos que
concentran a gente que en un país SIN FUTURO sólo quiere pasar un rato
disfrutando de la vida, una vida que se les arrebató demasiado pronto.
Se
les secó la tinta a las máquinas de escribir. Los instrumentos empezaron a
acumular polvo. Los ideales fueron quedando en el recuerdo. Algunos actuaron
por última vez. Otros ni nos dijeron adiós
(no les dio tiempo). Pero lo bueno es que todos fueron grandes y tenían un
nombre, una familia, un sueño, una vida. Los que nos quedamos sólo nos queda
seguir recordándoles para que nuestra mente y nuestro corazón no los olviden.
Adiós
2012 lleno de grandes y duros momentos. Bienvenido, cuando llegues, 2013.
MORALEJA: El fin del mundo no llegó. No fue un punto final a
un mundo que destruimos día tras día un
poquito más. ¿Con qué me quedo yo? ¡Eso es fácil de decir! Me quedó con el
llanto preciosamente bello de los ojos que no controlan un exceso impetuoso de
risa. ¿Hay algo más bello? Pues guárdenlo en su mente por si llega su fin este
2013.
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