sábado, 5 de enero de 2013

EL CICLISTA ENOJADO


 
Cuando uno empieza el fin de semana, se siente libre, muchas veces con ganas de descansar, de disfrutar del día, de pasar del despertador y dejar el tiempo pase muy despacio.

 

Coges el coche y decides recorrer una de esas carreteras de montaña con curvas y bella vegetación a ambos lados de la carretera.

 

Bajas las ventanillas del coche y dejas que la fragancia de la naturaleza, impregne por unos instantes, cada rincón de tu coche.

 

En una recta te adelanta un coche pero es él que tiene prisa no tú. Otro coche te adelanta y piensas, por un momento,… ¡Que pena que no tenga tiempo de disfrutar de algo tan bello!

 

Sigues tu camino y ves que los dos coches han tenido que frenar y seguir el ritmo de un par de ciclistas. Los adelantan y hay otro ciclista. Tienen que seguir a la espera de poder rebasarlo y cuando llega el momento, lo hacen. Yo adelanto al primer grupo de corredores porque su paso lento es demasiado lento para mí. Al llegar a un tercer grupo de ciclistas, un pequeño pelotón de cinco, el corredor solitario se queda entre mi coche y los dos coches. La velocidad es muy, muy, muy lenta. Los coches no pueden adelantar porque no es seguro ni para ellos ni para los ciclistas que pese a ir en pelotón lento, van separados. El solitario tiene que frenar y se enoja. Tiene que poner los dos pies en el suelo y levanta las manos haciendo aspavientos como si aquello hubiera sido algo HORRIBLE para su ritmo de carrera. Yo le miro y siento vergüenza ajena. ¿Cómo puede un deportista no solidarizarse con sus compañeros porque su ritmo es más lento? ¿Se puede ser tan hipócrita un sábado por la mañana? ¿Quién le va a dar una medalla por no tener sentido del compañerismos? Sólo pasaron siete minutos aproximadamente y los coches adelantaron al grupo de cinco. En la misma recta, yo rebasé al solitario insolidarizo y al pequeño pelotón. No había llegado a incorporarme cuando él, el antisocial, adelantó a sus compañeros con mucha fuerza de pedalada y casi enfadado con ellos (lo podía observar todo desde el espejo retrovisor).

 

Seguí mi camino y pensé en las veces que yo había tenido que frenar no en sábado sino los días de diario cuando tenía que ir a trabajar. Frenaba y adelantaba. A veces, en una carretera de montaña de quince kilómetros de curvas, tenía que parar muchas veces por los ciclistas pero ellos siempre eran solidarios y si veían que podían ayudar al adelanto, lo hacían. Jamás, nunca había visto a un corredor que se pusiera tan energúmeno por no poder adelantar. Han sido pocos minutos y frenar y parar sólo lo hizo una vez. Pero para el, en un sábado normal donde hay que disfrutar de la vida, él tenía prisa, mucha prisa por hace una nueva marca personal. Lástima que las puntuaciones para ser mejores personas, no sean deportes por los que se entregue trofeo. Este hombre JAMÁS recibiría uno, os lo puedo asegurar.

 

MORALEJA: Siempre se dice que “Mens sana in corpore sano” pero,… ¿Se puede ser una persona sana en cuerpo y mente cuando la agresividad brota por todos los poros de tu piel cuando haces ejercicio? ¡Yo creo que no!

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