El
vivir en un pueblo pequeño tiene muchas ventajas: la gente te conoce, te saluda
por la calle, si te pasa algo saben a quien avisar, los panaderos, tenderos y
demás los conoces por su nombre,… Pero una de las grandes desventajas de vivir
en un pueblo, pequeño o no, es que todos saben tu vida desde el principio hasta
el fin. Saben cuando entras, saben cuando sales y con quien, quien te conviene,
quien no, con quien debes hablar, con quien no debes ni siquiera cruzarte,…
Vivir en un pueblo es vivir como en un Gran hermano donde hay veces, que ni
siquiera tú, eres dueño de tu propio destino.
Hay
momentos que te sientes vigilado, perseguido, controlado a todas horas, todos
los días de tu vida.
Cuesta
hacerse a la idea que todo lo que digas o hagas llegarás hasta los oídos de
todo el mundo.
Da
igual donde te vayas (es, a veces, como una película de terror: huyas a donde
huyas,… ellos controlan tus pasos y posiblemente tu mente. Si, suena un poco
exagerado pero ya sabéis lo que se dice: la realidad siempre supera a la
ficción) porque siempre, siempre, siempre habrá alguien que te conozca del
pueblo y que pasaba por allí de PURA CASUALIDAD (recuerda, el mundo
es un pañuelo y por desgracia, nunca coincido con Sir Pierce Brosnan en el
ascensor de mi piso).
Esto
me hace plantearme una pregunta. ¿Es la vida de los demás más interesante que
la nuestra?
En
fin, para bien o para mal, un pueblo no esta nada mal: hay casas encantadas,
personajes pintorescos, amigos de toda la vida, lugares para olvidar, lugares
que te gustarían que hubieran sido más privados, fuentes donde bebías agua de
pequeña, ríos encantados donde un día cuando más joven, viste pasar un hada,
etc.
MORALEJA: No hay mundo pequeño sino personas que al tener
miedo de mirarse al espejo, prefieren el mundo de otros, aunque no sea el suyo
propio.
Vaya mierda de vida que tienen algunos para engancharse a la de los demás.
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