jueves, 6 de noviembre de 2014

EL MIÉRCOLES QUE NUNCA EXISTIÓ


Hace días, que si mi blog fuera un desierto de esos del oeste, llevaría desde hace mucho, corriendo por él una planta de esas rodadoras. 

Sin embargo, la ausencia de mis palabras sólo aparece representada, por una promesa que no se cumplió. Aquel miércoles anunciado, comprometido para seguir con un estudio sociológico de los estudiantes universitarios que quedó incluso e incompleto, nunca vio la luz.
Los días pasaron y la ausencia de una voz escrita, apostillaba que algo había sucedido para bien o para mal. 

Mas sólo ha sido una suma de factores (los ordenadores rotos, un viaje a Sevilla, un cúmulo de horas que se difuminaban en días a los que le faltaban horas,…) han llevado a esta gran silencio no deseado. ¡Os pido disculpas por ello! No por mi ausencia pues obvio que cuando uno accede al blog de alguien, como es este caso, tiene que ser consciente de que no siempre habrá entradas nuevas que leer. Mis disculpas son por haberme comprometido a algo y no cumplirlo. Pese a que no ha estado en mis manos subsanar esa acción sí y he sido algo impetuosa cuando dije que todo seguiría ese miércoles de hace ya dos semanas (en fin, es lo que tiene las ganas de escribir, el deseo constante de sentirse liberada a través de las palabras, de tener el poder de trasmitir y verse, de golpe y porrazo, como si ambas manos hubieran sido enyesadas a la vez en sendos aviones impidiendo que toda yo pudiera actuar como deseaba y ansiaba por entero). 

Pero hoy, el yeso cayó como si por arte de magia fuera y pese a que falta recuperación de dichas extremidades, las ganas de seguir, son mucho más fuertes que el “dolor” por no tener recuperadas todas la funciones de mis brazos al cien por cien. 

En resumen… ¡Os he echado de menos! He extrañado cada tecla de este teclado al que ni miro cuando escribo y que en este mismo instante repaso una por una, rozando y acariciándolas cuidadosamente como si de un enamoramiento renovado se tratara (no es un ritual para que todo salga bien o para que jamás vuelva a ver mermado lo que yo considero como un don, el don de la palabra escrita. Es una acción que nace más allá del propio raciocinio humano y que, sin saber como o porque, no necesito llevar a cabo como el que ha pasado años y años en una isla desierta sin comunicación alguna con otro ser de la misma especie con el conversar a media voz). 

De nuevo estoy aquí y pese a que no sé como poder retomar mi rumbo, intentaré que sea constante, como antes, con sus días de lujuria y pasión, con sus momentos intimistas con poemas que nacen en lo más profundo de mi corazón, con particulares visiones de la vida que tratan de arrancar una sonrisa a las caras de las personas que absortas me leen y ese día en concreto pueden pensar incluso que he perdido el norte. ¡Aquí estoy de nuevo! Y, si duda alguna, he venido a quedarme todo lo que pueda y más. 

MORALEJA: William Shakespeare dijo: “Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”.

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