Hace días, que si mi
blog fuera un desierto de esos del oeste, llevaría desde hace mucho,
corriendo por él una planta de esas rodadoras.
Sin
embargo, la ausencia de mis palabras sólo aparece representada, por una
promesa que no se cumplió. Aquel miércoles anunciado, comprometido para
seguir con un estudio sociológico de los estudiantes universitarios que
quedó incluso e incompleto, nunca vio la luz.
Los días pasaron y la ausencia de una voz escrita, apostillaba que algo había sucedido para bien o para mal.
Mas
sólo ha sido una suma de factores (los ordenadores rotos, un viaje a
Sevilla, un cúmulo de horas que se difuminaban en días a los que le
faltaban horas,…) han llevado a esta gran silencio no deseado. ¡Os pido
disculpas por ello! No por mi ausencia pues obvio que cuando uno accede
al blog de alguien, como es este caso, tiene que ser consciente de que
no siempre habrá entradas nuevas que leer. Mis disculpas son por haberme
comprometido a algo y no cumplirlo. Pese a que no ha estado en mis
manos subsanar esa acción sí y he sido algo impetuosa cuando dije que
todo seguiría ese miércoles de hace ya dos semanas (en fin, es lo que
tiene las ganas de escribir, el deseo constante de sentirse liberada a
través de las palabras, de tener el poder de trasmitir y verse, de golpe
y porrazo, como si ambas manos hubieran sido enyesadas a la vez en
sendos aviones impidiendo que toda yo pudiera actuar como deseaba y
ansiaba por entero).
Pero hoy, el yeso cayó como si por
arte de magia fuera y pese a que falta recuperación de dichas
extremidades, las ganas de seguir, son mucho más fuertes que el “dolor”
por no tener recuperadas todas la funciones de mis brazos al cien por
cien.
En resumen… ¡Os he echado de menos! He extrañado
cada tecla de este teclado al que ni miro cuando escribo y que en este
mismo instante repaso una por una, rozando y acariciándolas
cuidadosamente como si de un enamoramiento renovado se tratara (no es un
ritual para que todo salga bien o para que jamás vuelva a ver mermado
lo que yo considero como un don, el don de la palabra escrita. Es una
acción que nace más allá del propio raciocinio humano y que, sin saber
como o porque, no necesito llevar a cabo como el que ha pasado años y
años en una isla desierta sin comunicación alguna con otro ser de la
misma especie con el conversar a media voz).
De nuevo
estoy aquí y pese a que no sé como poder retomar mi rumbo, intentaré que
sea constante, como antes, con sus días de lujuria y pasión, con sus
momentos intimistas con poemas que nacen en lo más profundo de mi
corazón, con particulares visiones de la vida que tratan de arrancar una
sonrisa a las caras de las personas que absortas me leen y ese día en
concreto pueden pensar incluso que he perdido el norte. ¡Aquí estoy de
nuevo! Y, si duda alguna, he venido a quedarme todo lo que pueda y más.
MORALEJA: William Shakespeare dijo: “Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”.
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