Todo el mundo sabe, en mayor o menor medida, que ir después
de enero a buscar algo para regalar es toda una odisea.
Como primer plato, así de entrada, te sueles encontrar
estanterías casi vacías por no decir completamente desiertas de juguetes porque
los Reyes Magos han arrasado hace semanas con todos ellos. Pero eso no es lo
peor. Lo peor de lo peor es que, aunque creas que no vas a encontrar a nadie en
esa clase de tiendas y pese la falta de genero, las personas siguen entrando,
comprando, haciendo colas y mostrando el lado mas amargo del espíritu navideño:
la falta de educación (Si, ya se lo que estáis pensando. ¡Anda que tú también
ir a última hora a comprar un juguete! Pues si. ¡¡¡SOY UNA REBELDE!!! Y tras
varios años de ir de acá para allá sufriendo entre mamis histéricas, papis desesperados,
abuelas que no saben que les dijo ni la nieta ni la hija, abuelos que protestan
porque gastarse más de diez euros en un regalo les parece una locura, titos que
quieren hacerse pasar por los superpapisderepuestodispuesto comprando todo y más
de la tienda,… me he dado cuenta que la vida es tan corta que mejor no
malgastarla entre gente desequilibrada a la enésima potencia. Por eso voy más
tarde (también encuentro más desequilibrados pero de los normales, de los de
toda la vida) a comprar en las tiendas de juguetes).
Como segundo plato las cajeras y los cajeros de estos
lugares. Desde los que te recuerdan un número mínimo por persona (perdona,… ¿A
cuatro días de Reyes y tú con remilgos absurdos? ¿No es esto una tienda? ¿No se
trata de vender? ¿O de lo que se trata es de quedarse con stock para el año que
viene cuando ya esté descatalogado porque los niños y niñas han elegido un
nuevo fan del momento?), o aquel que hace tres cosas a la vez y te encuentra en
la caja como desangelada pensando,… “¿Me estará escuchando?
¿HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA? ¡Estoy aquí! Soy a la que estás cobrando” y el
tío,… a lo suyo (lo bueno de estos chicos es que no me hacen perder la fe en la
raza humana masculina porque,… ¡¡¡SABEN HACER MÁS DE UNA COSA A LA VEZ!!! Por
ejemplo el de hoy, le preguntaba a la jefa por una anulación, mientras me
cobraba y cuando yo le he pedido una bolsa grande, ha guardado la compra y todo
incluso cuando yo creía que ni me escuchaba y a parte,… ¡¡¡HABLANDO POR UN
WALKI!!! ¡Genial tío! Me duele decirlo pero,… ¡¡¡ERES EL PUTO AMO!!!), o la
cajera borde, que se las da de jefe pero no cobra más y cree que el espíritu
navideño es poner en jaque a una cola que ella misma creo por su incompetencia
(¿lo bueno de estas personas? Son tan bobas (sin ser rubias porque, contra mi
voluntad al admitirlo, son morenas) que cuando les muestras la verdad en pocas
palabras, tiene que agachar la cabeza y seguir a lo suyo que no era mucho más
de lo que hacía antes de protestar).
Como postre apoteósico, al menos para mí en el día de hoy,
al volver de vuelta a casa en el coche, he pasado por delante de un
supermercado (de los más conocidos en estos momentos por comentarios
desafortunados en más de una vez de su responsable y por productos que no
cumplían con los mínimos sanitarios para la piel) y había varia personas en la
puerta. “¿Alguna oferta interesante?” Pues no. El detector que permitía abrir
la puerta automática para acceder a la tienda. Primero había dos mujeres y dos
hombres un tanto bajitos. Alzaban las manos para ser descubiertos por la luz
roja para poder entrar y nada. Luego han saltado (¿Será esto una cámara oculta?
¿Si no estamos a 28 de diciembre?) haciendo como un salto en forma de aspa para
poder ser detectados. Pero eso tampoco ha servido. Las personas seguían
llegando y todos intentaban lo mismo hasta que un lumbreras ha intentado
abrirla a pulso (menos mal que no estaba cerca porque con el esfuerzo que ha
hecho seguro que una flatulencia se le ha escapado o una pedorreta asquerosa y
maloliente). No han conseguido nada: ni con saltos, ni con aspavientos, ni con
fuerza bruta,… nada ha servido. ¿Sabéis que ha sido lo peor? Que apenas unos
doscientos metros estaba la entrada del parking y a nadie (y cuando me he ido
de allí había como unas quince persona ya), a nadie, absolutamente a nadie, se
le ha ocurrido entrar por el acceso del parking y avisar a alguien de dentro
para que lo arreglara. ¿Qué os parece? Media hora larga y seguían saltando,
haciendo el baile del chiquichiqui en mil y una posturas y… nadie ha pensado en
la puerta de atrás. ¿Lamentable? ¿Patético? ¿O sólo resaca retardada por la
cerveza de fin de año? (¿A quién se le ocurre no brindar con cava? Ahí están
las consecuencias. ¡¡¡TONTUNA RETARDADA!!!)).
En fin, que la vida está plagada de buenos y malos
momentos, pero resulta que los peores se concentran siempre del dos al cinco de
enero. ¡Ánimo a todos los rebeldes como yo! Sólo quedan tres días para acabar
con la tortura.
MORALEJA: Luis Fernando Paredes Porras,
pedagogo, periodista, promotor y empresario cultural, dijo: "Quienes
recibimos regalos el 6 de enero nos dieron el mayor obsequio: la ilusión y la
imaginación; si para ello tuvieron que mentirnos, es la prueba de que en
verdad eran magos". (Como decía Federico Felini (según la película Bajo el sol
de la Toscana): "Tienes que vivir esféricamente, en muchas
direcciones; nunca pierdas tu entusiasmo infantil, y... todo saldrá como
deseas” aunque
todos los demás traten de impedirlo a toda costa).
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