La lengua castiza es muy rica en todo: refranes, versos,
expresiones, etc. Hoy yo voy a tomar unas cuantas de estas expresiones como
preludio de un acto no premeditado de postramiento
involuntario ante una puerta jamás condecora para tal honor de saludo.
* Besar la lona
es una expresión que se utiliza como símbolo de derrota.
* Caerse de bruces
significa precipitarse de manera precipitada, valga la redundancia, contra el
suelo.
* Torres más altas
han caído refiriéndose que nadie está exento de recibir un duro revés tenga
más o menos en la vida.
* Lanzarse al vacío
como una manera de acoger entre la nada y tú, un deseo inevitable de alcanzar
algo que parece imposible y que sin ese salto de fe,… jamás se conseguiría
nada.
* Caer en tus manos
suele significar cuando algo que no esperabas, llega hasta ti de forma casual.
* Doblegarse a su
antojo es una expresión que más que ser un acto en primera personas es más
que una consecuencia inevitable que sucede cuando alguien no tiene la
suficiente fuerza o coraje como para plantar cara a algo que sabe que no es
correcto o aconsejable.
¿A qué viene todo esto? Estaréis pensando. ¿Cuál es el acto
que ocurrido en el día de hoy como para estar tan obsesionada con el acto de
caer, lanzarse, doblegarse? Hace unos días sufrí unos mareos muy fuertes que
apenas me permitían levantarme de la cama (de hecho ya va para dos meses que
los tengo de forma intermitente gracias a las buenas manos de un fisioterapeuta
y de sus consejos de cómo fortalecer la zona). Hoy estando en un bar
desayunando con unos amigos, me dirigí hacia el servicio (las chicas siempre
tenemos que ir al baño,… somos muy meonas
(al menos yo)). Mi paso era firme y
seguro (o eso creía yo) cuando en una décima de segundo, un mareo me vino
(quizás por levantarme, quizás por un mal gesto, quizás porque debería hacer un
reposo que no me permiten desde que ocurrió la primera vez) y mi cuerpo se
doblegó hacia adelante dejándome con la rodilla izquierda hincada en el suelo soportando
un dolor inimaginable pues había recibido todo el peso del cuerpo, de todo el
cuerpo. El dolor no me permitía ni abrir los ojos (podía igualarse al dolor que
recibe un hombre al recibir un puntapié en las joyas de la corona o de una
contracción de una mujer en estado de dilatación. ¡MUY FUERTE! ¡INMENSAMENTE
DOLOROSO!). Mientras intenta recomponerme para ponerme en pie, y no había
pasado tanto, las personas que estaban en ese bar que no eran mis amigos,
tenían prisa porque me levantara y no estaba para nada tumbada. Otros bromeaban
si estaba viva o muerta mientras un gracioso decía: “¡Respira! Entonces está viva” mientras las risas tímidas invadían
todo el espacio que mi dolor dejaba a mi alrededor. Por suerte, tras ese estado
de daño, miedo y sin saber si me levantaba si la caída sería mas dura, te pasan
mil cosas por la cabeza pero la peor de todas es: ¿No me habré roto nada? (pues
por desgracia en este día a día uno no puede tomarse ni tiempo para mejorarse
si no quiere perder eso que muchos llaman trabajo y se asimila mucho más a un
esclavitud encubierta).
Lo único que tenía mi dolor no quería que perjudicara a
nadie más ni siquiera con un comentario malicioso. Me he incorporado tras tres
minutos y me he ido al baño a refrescarme para salir y volver al coche
caminando poco a poco y mirando bien, donde ponía los pies.
Caerse es duro. Sobreponerse a veces improbable. Aguantar
las risas sin abrir la boca algo imposible para el mundo en el que vivimos. ¡Yo
lo he conseguido! Con eso me quedo en lo bueno en el día de hoy.
MORALEJA: Besar el suelo no es una expresión
propiamente dicha pero era un acto que hacía Juan Pablo II como agradecimiento
a un pueblo que acogía su llegada y con una de sus frases cierro este escrito
en el día de hoy:
“No
habrá paz en la tierra mientras perduren las opresiones de los pueblos, las
injusticias y los desequilibrios económicos que todavía existen”.
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