UN
EXTRAÑO DÍA
Había risas,
había dolor,
había hedor a campo,
cianuro potásico,
algo que recordaba
existir.
Juego o broma,…
ya no importaba.
En un instante todo
se convirtió en nada,
el rumor de estar
vivo era ensordecedor.
Se acabó tocar,
sentir otro cuerpo
(hombre o mujer,…
cualquier género
era prefecto
para el placer),
gemir de deseo,
morir de placer.
Un golpe certero,
un último recuerdo,
una vida en un instante,
… luego nada.
¡Estaba muerto!
Ni luz,
ni túnel,…
para mí
no quedó nada.
Quizás no era bueno
morirse en tiempo de
crisis.
¡No dejaron ni un
lucero que me guiara!
¡Era una putada
morirse siendo pobre!
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