Cuesta
pensar que alguien, al que aprecias tanto, te haga un regalo tan lastimoso como
el que yo he recibido hoy. No os equivoquéis, no soy una mujer nada material,
pero en los tiempos que corren, que un santo o un cumpleaños son momentos de
poder regalar lo mínimo que no puedes comprarte con lo poco que te da un
trabajo mal remunerado y sin contrato, me veo con unas manos casi vacías o sin
nada.
Las
personas (esas que se llaman hermanas por sangre y no por otra cosa) con
contrato, bien remuneradas, que ya tienen sus apartamentos previo pago primero
para la primera y segunda quincena de agosto, que han pagado ya el vuelo de
mediados de julio a Marbella, esas que de la crisis se están enterando de
oídas,… esa no tiene ni para esos pantalones que yo necesitaba para no ir con
el culo al aire o para esas zapatillas deportivas negras que yo necesitaba. No
penséis que era ropa de marca o que tanto el valor de una cosa como de otra
excedía mas de los veinticinco euros porque no es así. ¡No me gustan las cosas
caras! Y menos para el día a día. Y sin embargo, ellas, no tenían para mí ni un
misero detalle. Eso si, como siempre hay algo peor que no regalar nada, mi
hermana menor a la que yo tenía en un pedestal, me ha regalado un bolso de dos
euros que ha comprado de saldo en una tienda que cerraba (tendría que estar
agradecida por el detalle pero no me sale, sobretodo porque al dármelo me ha
dicho: ya sabes,… momentos malos. La misma que diez minutos después de darme el
regalo, me enseñaba tres conjuntos nuevos de ropa para salir el fin de semana
(se había gastado mas de cien euros en los tres modelitos y eso que,… son
tiempos malos).
Cuando
he llegado a casa y he vuelto a mirar mi bolso me decía por dentro: ¡Eso es lo
que vales mi niña! Y me he puesto a llorar. Yo pensaba que valía un poquito más
y no quería creer a los que con su indiferencia a la hora de una entrevista me
trataban como menos que nada. Tampoco hacía caso cuando alguien me decía que
mejor que invirtiera en cirugía estética para encontrar trabajo (implantes
mamarios para ser mas exactos) que en formación de tipo lingüística
(aprendiendo idiomas). Hoy, con un bolso de dos euros, me he dado cuenta que ir
contracorriente es una perdida de tiempo. ¡No valgo nada! ESA ES LA ÚNICA REALIDAD.
Debería implantarme los pechos siliconados, dejar de aprender y desaprender
para ser un poco mas estúpida, teñirme de rubia porque seguro que eso también
me serviría, volverme una mujer fácil, dejar de pensar, dejar de tener opinión,
ser promiscua, servicial, una mujer jarrón pero no un jarrón único que eso no
va en un nuevo mundo laboral. Hay que aparentar ser de uno pero acabar en la
cama con muchos para que te tomen en serio o esos es lo que me han aconsejado
esos que tanto saben.
Yo
pensaba que jamás llegaría el día en que quisiera ser otra persona y dejar ser
yo. Pero al ver ese bolso, aquí colgado, casi riéndose de mí ante mis propios
ojos, ha llegado el momento que deje de querer morir de pie y que empiece a
vivir de rodillas como todos quieren que haga.
MORALEJA: Cecilia Meireles dijo: "Hay
personas que nos hablan y ni las escuchamos. Hay personas que nos hieren y no
dejan ni cicatriz. Pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y
nos marcan para siempre".
Lástima que esa marca no siempre sea buena para el corazón de una persona
sensible.
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