¡SÓLO EXISTEN LAS MANZANAS ENVENENADAS!
Me alcanzó en la oscuridad nocturna,
tétricamente misteriosa.
Me dominó en forma,
voluntad, esencia.
Se paró mi corazón en seco,
inundándome el alma de tinieblas.
Caí presa de un amor
que no entiendo,
que no me entiende,
que me condena a la indiferencia.
Dejé un mundo aburrido,
renuncié mi anhelo falso
de buscar, encontrar, disfrutar
un incomprensible amor.
Me rendí al espectro del casorio,
para ilusoriamente no estar sola.
¡Fui estúpida!
Una niña cursi,
una niña mala,
una niña rara.
Cansada de cuentos
me abandoné a la corriente
para pudrirme entre
cuatro paredes siendo
la perfecta esposa,
la amante iniciada,
la madre fervorosa.
¡Fui estúpida!
Me imaginé
un afecto que inexistente,
un estremecimiento
que reside sólo en la ficción,
para sucumbir en los sueños.
¡Nadie ama!
¡Nadie busca amor!
¡Nadie quiere estar con
otro!
No hay zapato de cristal,
ni calabaza encantada,
ni hadas madrinas.
¡Sólo existen las manzanas envenenadas!
Procura nunca comer una.
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