Soportado
en la vida noches en vela por los hijos, por falta de dinero, por no poder
llegar a final de mes. Arreglarse con unos zapatos más de dos inviernos y de
tres. Acabar derrotada en una cama donde no llega el calor de ningún verano
perpetuo. Caminar por la inercia. Ir de un sitio a otro como una rutina más que
aprendida. Nunca ser uno. Ninguna vez escucharse. No pensarse. No sentirse. No
existir. Llegar a ser una más del rebaño sin aspiraciones, sin deseos, sin pasiones,
sin ganas de estar ni en tu propia piel. Hasta que aparece el otoño en tu vida
y no quieres que llegue de nuevo el frío si saber si eres o sólo vives por que
es lo oportuno para tu estado de eterna mártir.
Soportando
días y días sin amor, sin cariño. Llegar a casa y no tener ganas de llegar. Ser
la alternativa pragmática más adecuada en aquel momento. Ver pasar a todos con
un recuerdo bonito en la memoria y disfrutando de ese presente con una mano
cogida, con un beso al cruzar la calle o al llegar al semáforo en rojo de
cualquier carretera y encontrar que en tu mente no hay nada de aquello para
recordar. Se rompió el amor, el afecto, la dulzura,… o simplemente no existió
nunca.
Soportarse
al tomar una iniciativa sin marcha atrás. Dar un portazo por fin a una vida que
no era vida, a un mundo que no era tu mundo sino aquel donde habías encajado
perfectamente hasta difuminarte con el aire, con la tierra, con el mar, con los
árboles, con los pájaros,… con el paisaje. Desear por fin ser deseada, encontrar
el placer de sentirse plácidamente placentera, vislumbrar ante ti no la recta
final de un camino cualquiera sino de tu propio camino. Ser parte de una
decisión, ser consecuente hasta los últimos rescoldos que la mente pueda llegar
a imaginar. No mirar atrás. No vivir asustada por la soledad. Mirarse al espejo
y verse. Descubrirte un nuevo mirar, una nueva sonrisa, una nueva forma de
encontrarte después de tanto y tanto tiempo siendo sólo una sombra. Llegar a
una cama vacía y sentir una punzada en el pecho. Caer rendida y no poder
dormirte. Tocar una y otra vez un lado de lecho que siempre estuvo frío para ti
y que ahora más que nunca, sientes más helado y ausente que nunca. Empezar a
recordar de verdad y no guiada por el desanimo. Acordarse de que si hubo besos
perdidos en tu boca de la suya, y cariño y esa dulzura que creíste fingida
durante mucho tiempo (el principio se suele olvidar cuando el presente en mucho
más amargo y duro). Desear volver tras tus pasos y desandar el último tramo mal
encarado. ¡No hay vuelta atrás! Quizás lo malo no era tan malo. Quizás fue un
capricho mal encajado. Quizás ya sea demasiado tarde otra vez para retomar de
nuevo lo recordado.
Soportarse
y volver a sentirse nada sin nada, enormemente vacía en una sala inmensamente
llena. Gritar, llorar,… no tener ni siquiera un apoyo aunque fuera uno absurdo
y sin sentido.
Soportarse
a solas y ser la única que ni te entiende.
Soportarse
por no haber sido capaz de aclarar nada sino de romper con todo.
Soportarse,…
y tener que ser fiel a las consecuencias jamás deseadas.
Soportarse,…
condena de aquellos que no supieron alzar la voz a tiempo.
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