Querido Rupert,
Hoy me he levantado sobresaltada de la cama a
una hora muy temprana pero es que el sueño que he tenido esta noche no era para
menos.
Iba a trabajar pero no era la empresa en la
que trabajo. El día había sido frenético y por la tarde mucha gente tenía un
curso de no sé qué. El sol entraba por la ventana y quemaba, era cálido y te
invitaba a fantasear. Empecé a notar que mi cuerpo empezaba a revolucionarse.
Mis pezones se pusieron erectos, toda mi piel estaba tan sensible que el soplido
propio de aire acondicionado la ponía a mil, mi sexo se empezaba a humedecer
con una velocidad pasmosa. La tensión sexual era tanta que me fui a uno de los
despachos que había vacío con la intención de aliviarme. Cerré la puerta tras
de mi y me desabroche la blusa para dar a mis pezones alivio. Toqué toda mi
piel suave y lentamente con cuidado de mis gemidos no se oyeran. Desabroche mi
pantalón y deslice mi mano primero por fuera de la braguita comprobando que no
había sido un sueño sentir como me iba mojando. Metí mi mano por dentro de la
braquita, con los pechos ya fuera del sujetador inflamados de deseo y empecé a
darme más alivio a mi sexo que grita queriendo más. Cuando llegué a uno de mis
primeros orgasmos la puerta se abrió de golpe. Alguien curioso había
entreabierto la puerta y había observado la escena desde la distancia hasta que
el deseo tampoco le dejó más salida que entrar para consolarnos mutuamente.
Quise parar, recomponerme pero ya era tarde,… necesitaba sentir el bulto que
había creado en los pantalones de aquel hombre entre mis piernas y saciar mis
ganas. Se bajó el pantalón, se sentó en una silla de su propio despacho y me
dejó que me pusiera encima para saciar mis ansias y las suyas. Me movía
acompasada por sus gemidos, por los míos y el hecho que los de fuera lo
escucharan sólo inflamaba nuestro morbo que iba en aumento. Yo me derramaba una
y otra vez moviendo mi cadera en círculos, de adelante a atrás dejándome llevar
por su miembro que cada vez estaba más y más duro llevándome al nirvana del
placer. El me agarró por el trasero y pude sentir todo el calor de su orgasmo
inflamar mi sexo ardiente con su esencia. Todavía encima de él sudada y
habiendo satisfecho mi apetito sexual le dije: ¿En cuanto tiempo te puedes
reponer para volver a empezar? Me miró, sonrío con una sonrisa malévola y,… me
desperté.
Ha sido tan fuerte, como todos los sueños que
te he ido contado hasta ahora que al levantarme he tenido que ir al baño para
serenarme y sobretodo para recomponer mi sexo que verdaderamente era una
fuente.
Un abrazo Rupert y suerte que estás ahí para
escucharme.
Tú amiga,
APW
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