LLUEVE
Llueve.
Mi cuerpo empieza a arder
con cada fría pizca.
Un cascada sin fin de caricias heladas,
encienden mi alma,
aprieta hacia adentro mi ser,
deseando liberarme de la piel,
de la carne,
del músculo
para ser todo lujuria.
Llueve.
Huele a gota,
a rubor incoherente,
a profunda lascivia.
Llueve.
Dos cuerpos no son suficientes.
Uno,… para la pasión
desbocada es insuficiente.
Llueve.
Sucumbe la boca,
fallece la mano,
muere el latido.
Llueve.
Estalla el gemido,
se funden la sensualidad,
se eriza el capricho.
Llueve.
Atraviesa la gota,
la cueva cerradamente
abierta de par en par,
se adentra muy dentro hasta
oír el grito silenciado
de la ardorosa templanza.
¡Llueve!
Mi deseo no es saciado jamás.
¡Llueve!
Mi alma arde muriendo
poco a poco en tu piel.
¡Llueve!
Mi cuerpo yace agraviado
en un lecho sudorosamente vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario