Me faltaron las fuerzas. Eso fue simplemente
lo que pasó. Abrazarte dejó de ser lo mismo al igual que muchas tantas cosas
que me callé hasta aquel mismo instante en que la verdad, era tan enorme, que
ocupa la más inmensa de las habitaciones de un hogar.
Hubo tantos avisos. Ninguno fue escuchado por
ti. Siempre estabas tan ocupado que dejaste para lo último lo que tenía que ser
lo primero. Así llegó el fin. No hubo tercera personas,… ojalá ese fuera el
motivo. Sería tan fácil decirte a la cara que amaba a otro, que yacía con otro,
que era otro el que llenaba mis horas, mis noches, mis días. ¡No existió! Te
amaba demasiado.
Ya sé que muchos me decían que me engañabas.
¡Que más da con quien! Ninguna huella de uñas en tu carne, ninguna mancha jamás
de carmín en tus camisas, ningún chupetón escondido con palabras tras un golpe
certero. Volvías a casa y tu olor era sólo tuyo. ¡No quería nada más! Pese a
que llegarás pasada las doce, cerca de la una de la madrugada, a las tres
pasadas de la mañana.
Trabajo, trabajo y más trabajo,… esa fue tu
peor amante. Te comprometiste con todos y con todo lo que tuviera que ver con
un viaje, con una factura, con un informe, con algo que compusiera la
estadística que tenías que presentar cada mes. ‘¡Yo soy así!’ me decías.
‘¡Siempre
he sido así!’ te engañabas a ti
mismo con esas palabras. Cuando te conocí había algo más que esa maldita y
estúpida empresa, que esas comidas con compañeros de trabajo que se eternizaban
hasta que los datos eran favorables para ti sobre la mesa. Cada proyecto nuevo
te alejaba más y más de mi lado y encima, tú, estabas contento. Yo no podía
dejar en el futuro, en las veces que me quedé esperando cuando llegaba una
fecha que yo recordaba y para ti era sólo un lunes o un martes o un miércoles más
en tu calendario laboral. ‘¡Yo soy así!’ me repetías. ‘¡Siempre he sido así!’ apuntillabas así tu falta de delicadeza para
lo que yo sentía.
Hoy ya no pude más. Me cansé de no ser nunca
parte de un balance, parte de una prueba a la que pusieras tu empeño y tus
ganas por que saliera a la perfección. Me cansé de no ser roca, ni mármol, ni
losa. Me cansé de buscar siempre una respuesta a un cariño tan mal pagado como
el mío por ti. Me cansé de esperarte. Me cansé de cansarme amor.
No hay nada más que decir. Son las cuatro y
ya te fuiste y eso que en la cama caíste a las diez y pocos minutos de la
noche. Yo me voy y lo hago para siempre. Espero que tanto esfuerzo, que tanta
virtuosidad por la labor acometida te caliente la cama y las ganas cuando estas
aprendan a prender de nuevo como cuando tenías dieciocho y no podías pasar ni
un minuto sin poder tocar a una mujer, a mi.
Te molesta la vida y te pierdes en el sinfín
de papeles amontonados en tu mesa. ¡Disfruta de la elección elegida! Yo te amo
pero no puedo ser un papel pendiente o detenerme a esperarte eternamente cuando
tu máxima sigue siendo ‘¡Yo soy así! ¡Siempre he sido así!’.
Yo quiero vivir y sentirme viva. No se donde
encontraré esa vida pero está claro que aquí, a tu lado, no será jamás.
Te amo demasiado pero he decidió empezar a
amarme yo un poco más.
¡Se feliz entre tus proyectos! El mío empieza
hoy y no es junto a ti.
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