lunes, 18 de noviembre de 2013

EL DÍA QUE MORÍ YO (poema)


 
EL DÍA QUE MORÍ YO

 

Me creía invencible.

Me sentía lanza y muerte,

un ser superior que vive

entre dos mundos,

alguien que es capaz de alzar

la voz sólo para crear

el caos mas absoluto.

 

¡Inmune a todo!

Si el rayo más mortal

caía sobre mí,

me levantaba como si nada.

Ni el peor fuego,

ni la infame ola más

inmensamente imaginada,

ni los peores terremotos

jamás temidos siempre

en mil pesadillas,

podían conmigo.

¡Era fuerte!

¡Era luchadora!

¡Era una gran yo!

 

Las manos pudieron conmigo

y los besos con mi cuerpo.

Me dejé vencer por palabras

míseras nacidas de un boca bastarda

que me embriago hasta el tuétano.

Tanto años siendo Yo para acabar

siendo un nosotros indefinido,

fundido por un instante a orillas

de un río sin nombre, ni rumor de agua.

 

Todo se para cuando te pierdes.

Hasta el correr de un tiempo,

la necesidad de un aquí y ahora

que se muere entre promesas perdidas.

 

‘¡Así mueren los valientes!’ me dije.

‘Entre besos comedidos,

palabras de amor empalagosas,

corazones dibujados con tiza

sobre una pared muy húmeda’

 

‘¡Así mueren los valientes!’ me dije.

Así acabé muriendo YO.

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