No sabes porque
en la vida hay hombres que te marcan desde muy pequeña y no puedes llegar a
olvidarlos nunca jamás.
Cuando conocía a
Baltasar, yo tendría unos cinco años y él unos veinte. Yo corría por donde
tenía mi tío todas las plantas (era patrón de una empresa de jardinería).
Tropecé y me caí de bruces contra el suelo. Recuerdo que no lloré pese a que
tenía las dos rodillas sangrando. Me había dicho muchas veces que no corriera
por entre los árboles nuevos que esperaban en sus macetas, a ser trasplantados.
Baltasar apareció y me dijo: “¡Peque! ¿Enséñame esas rodillas?”
Yo no lo había visto antes. Me asusté un poco. Entonces él me dijo: “¿Sabes
como me llamo? ¡Baltasar!” Yo
empecé a reír. “¡Te llamas como un rey mago!” dije y el me respondió: “Así
no te olvidarás nunca de mi nombre”.
Le enseñé las
rodillas. Cogió una botella de agua y sacó un pañuelo de su bolsillo. Me curó y
me dijo, con una voz muy dulce, no había sido nada. Desde aquel momento yo vi a
Baltasar como un héroe, mi héroe.
Pasó el tiempo
hasta que volvimos a estar a solas. Fue en la noche de fin de año de 1999. Yo
acababa de cumplir 15 años y él tenía 30. Ya no lo veía como mi héroe pese a
que él seguía viéndome como una niña, una niña pequeña a la que no había que
hacer caso y a la que había que regalar muñecas. De echo esa noche fue la que
anunció que en tres meses se casaría. Aquello me llenó de tanta rabia que
mientras todos le felicitaban, yo corrí para perderle de vista. Él me siguió y
me dijo que tenía un regalo para mí. Me alargó un regalo y era una preciosa
muñeca de porcelana.
-
Para ti siempre seré una
niña. ¿Verdad?
-
Eres mucho más que una niña
para mí. Eres mi pequeña.
Se marchó
después de besar mi frente. Aquel día me di cuenta que por mucho que yo había
empezado a verle como un hombre, el nunca me vería a mí como una mujer.
El tiempo pasó.
Mi tío sufrió un
grave accidente de tráfico. Pese a que yo hacía años que no iba por la empresa,
me llamó para que me hiciera cargo de todo pues no podía fiarse de nadie más a
nivel administrativo. Me dio las llaves y al día siguiente, a las seis de la
mañana, me fui para empezar a familiarizarme con los papeles. A las siete llegó
Baltasar al que no había visto desde su boda. Cuando entró en el despacho,
primero se quedó un tanto perplejo. Luego me sonrío y me dijo: “¿Te apetece un
café?”. Asentí con la cabeza.
Delante de la
maquina del café me preguntó como estaba mi tío. Le respondí que mucho mejor de
lo que pensaban los médicos. Hablamos de esto, de aquello, trabajo, estudios,
pareja, vida. Él se había divorciado hacía dos años y, pese a que lo había
pasado mal, ahora era un hombre tremendamente atractivo con sus cuarenta y
cinco años bien puestos. Su pelo oscuro había enmarcado unas deliciosas canas
que lo hacían arrebatadoramente mucho más interesante. Sus ojos castaño claro,
seguían traspasándome pero ahora con una intensidad que como mujer, el nunca
sabría. Su boca que describía siempre una sonrisa escondida, me hacía temblar
por entero. Nos llevábamos quince años. Era el amigo de mi tío, su socio. Pero
también era un hombre al que yo deseaba desde que había cumplido los quince y
que jamás me vería como yo deseaba que me viera.
Cuando me
levanté para volver al despacho me preguntó:
-
¿Tú no tienes novio?
-
No, no tengo novio.
-
¿Por qué no? Eres preciosa
peque. – aquel calificativo empezaba a molestarme.
-
Una vez me marcó un hombre
que nunca me verá con una mujer. Desde entonces lo comparo con todos y ninguno
es él. ¡Deseo un imposible! Supongo que serán cosas de la edad.
Se quedó
perplejo, con los ojos abiertos como platos. No pudo articular palabra y yo, le
dejé allí a solas con sus pensamientos fueran los que fueran. Me dirigí al
despacho y antes de que pudiera atravesar la puerta, lo tenía frente a mí,
arrinconándome contra la misma, a apenas unos centímetros escasos de mi boca.
Me miraba, me clavaba la mirada y yo no podía dejar de mirarle. Mi corazón
galopaba aceleradamente. Deseaba tanto que su boca se estrellara con la mía.
Cuando iba a rendirme en el juego de miradas fortuito, sus labios se posaron en
los míos. Me cogió la nuca con una mano y con la otra, rodeando mi cintura, me
acercó a él.
Mis manos lo
abrazaron contra mi pecho. Pude sentir como su corazón latía mucho más rápido y
fuerte que él mío. Se apartó y le besé yo a él. Suavemente me fue quitando la
blusa mientras yo desabrochaba su camisa. Su cinturón cayó al suelo y tras él,
sus pantalones, sus boxer, dejándole indefenso y desnudo ante mi mirada. Se
sentó en una silla y desabrochó mi falda. Me quitó el sujetador y luego las
braguitas. Mordisqueaba mis pechos mientras su muslo, presionaban dulcemente mi
entrepierna hasta rozar mi pubis. Me acerqué y me puse a horcajadas sobre él.
Sentí como su sexo se adentraba en el mío. Me dejó que yo marcara el ritmo y se
quedó a mi merced para que hiciera lo de deseara con él. Sentía sus manos
acariciar mi espalda mientras su boca, no dejaba de besar mi cuello, mis
pechos, mi vientre,… Era un deseo hecho realidad. Me sentía más mujer que
nunca. Notaba su deseo adentrándose en mí y saliendo de mí con un movimiento
lento pero preciso de mis caderas. Escucharle gemir me hacía hervir más por
dentro. Nos devorábamos, pese a la larga espera, con una parsimonia que hacía
que cada roce, nos hiciera tocar el cielo con las yemas de los dedos. No pude
contenerme más y se lo susurré al oído. Ese pequeño gesto liberó su fuerza
bruta adentrándose en mí a través de su inmensa esencia de hombre mientras yo,
me fundía junto a él, en un orgasmo jamás imaginado.
Tras aquel
encuentro la vida fue muy distinta. La diferencia de edad seguía presente pero
por fin, aquel hombre que parecía indiferente y aquella mujer que siempre le
estuvo esperando, se habían encontrado en un mismo punto de lo más gozoso y
pensaban disfrutar de esa instintiva coincidencia, todo los que le fuera
posible.
Es un relato muy bien construido: generas tensión y expectativa y luego la liberas. La trama está bien construida y tiene el ritmo justo. Por eso me defraudan un poco las faltas de ortografía...
ResponderEliminar"No sabes porque en la vida" debería ser "No sabes por qué, en la vida".
"No corriera por entre los árboles" - sobra el por.
¡Buena suerte!
Hermes
Completamente de acuerdo contigo. Estoy intentando mejorar en ello.
Eliminar¡Gracias por tu comentario!