LA CANCIÓN DEJÓ DE SONAR
Sonaba mi primera canción
el día que te conocí.
Hasta entonces desconocía
que era la música.
Por fin mi sueño
se tornaba real
y, junto a él,
las más bellas notas
se deslizaban entre nosotros
acompañados hasta el beso
final de nuestro inicio.
Un pasodoble fue testigo
de nuestros bailes de muchachos.
Me aferraste a tu cuerpo.
Desde entonces
fuimos sólo uno.
Aquella noche fue
eterna para nosotros,
cuajada de estrellas,
la más dulce, la más bella.
Pronto llegaron
los acordes nupciales
al borde de un pasillo
con flores guarnecido.
No nos habíamos
acostumbrado aún a ellos,
cuando una bella canción de cuna,
inundó nuestras vidas.
No sonó otra cosa para los dos
durante muchos años.
De pronto, un tango cruel
nubló nuestras vidas.
Me acercabas para alejarme.
Me alejabas para quererme.
Me amabas sólo si sentías perderme.
¡Nunca fui de tangos amor mío!
Tras aquello ya no tuvimos
nada musical entre ambos.
La coplas me susurraban
aquello que un día soñé tener.
A ti, eran otros cantares
los que te alegraban
las mañanas, las tardes,
… todas las noches.
Me harté de esperar
desde tu casa a mi casa,
pues ya no era la misma.
Me aburrí de esperar,
en la ventana,
ver amanecer el día
sobre una cama tan fría
que me helaba la vida.
Me cansé de esperar
una nueva canción
en nuestras vidas.
“¡Se acabó, mi amor, se acabo!
Ni una nota queda ya
de nuestra banda sonora”
escribí tras nuestra
partitura como despedida.
¡Aún sigue allí
la nota sin ser leída!
Mira qué poco te importó
hasta nuestra muda despedida.
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