La música es arte, puro goce elevado a la intensidad de
cada nota, de cada silencio.
Cada instrumento encierra sobre sí mismo un magnetismo y
poder que lo hacen francamente especial. No es lo mismo escuchar el suave roce
sobre un instrumento de cuerda que la fortaleza de uno de percusión.
Incluso en la vida, la música, las canciones y las letras
de las mismas, nos trasportan, nos eleva, nos seduce, nos invita a brincar o
nos invita a acurrucarnos junto a otro.
Incluso en el cine se suele decir que la música tiene una
relevancia especial en cada escena ya sea de intriga, suspense, terror, amor,
acción,…
La música nos ayuda a recordar escenas concretas (un primer
beso, una frase importante, un momento decisivo,…). Es más, es por esa fuerza,
por ese magnetismo especial cuando decidimos montar algo con nuestras imágenes,
en foto o en video, elegimos un tipo de música u otro según lo que nos hicieron
sentir.
Es tan importante la música que a través de musicoterapia se
crea un proceso creado para facilitar, promover la comunicación, las
relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización y
otros objetivos terapéuticos relevantes, para así satisfacer las necesidades
físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.
Da igual el ritmo que nos guste, el estilo, los cantantes,…
Lo bueno es que la música en nuestra vida, nos ayuda a movernos con la
confianza suficiente y la tranquilidad necesaria, como para que las relaciones
sociales y laborales, sean más propicias en menor o mayor medida.
¡Viva la música!
MORALEJA: Kurt D. Cobain, (1967-1994) músico
estadounidense que perteneció al grupo Nirvana, dijo: “La música es
sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea
bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor”.
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