Hola Fran,
Son muchos los
días que han pasado ya desde nuestro último encuentro (cuando pienso en él no
puedo evitar que mi cuerpo vuelva a revivir hasta el pitido del coche alertando
a todos que estábamos ahí, haciendo algo más que conversar en mitad de la
noche).
Sé que el
trabajo es mucho, que el viajar de un lado al otro, agota a cualquiera. Pero si
supieras lo mucho que ansío verte, acariciar, besarte, devorarte, quizás si te
plantearas hacer una escala muy pronto en mi cama (aunque nunca hubo cama y
nunca fuimos sólo dos. ¿Lo recuerdas? Siempre otro, como mínimo, haciéndonos
algo más que compañía, lubricando nuestras ganas, intensificando nuestro deseo.
¡Eso es lo que más me gustaba de ti! Las ganas de hacer que aprendiera algo nuevo
más allá de todo lo convencional, mas allá de tumbarse y sin más, dejarse
hacer. ¡Tú me hiciste hembra! Eso no lo logra cualquiera).
Más de una
noche, mi cuerpo se despierta perlado en sudor. Hablaste de muchas cosas que
quedaban por aprender (más de uno junto a nosotros, más de dos, más de tres,… más
de una mujer). ¡Las vivo con los ojos cerrados! Se lubrican en Oniro para
perseguirme durante todo el día diciéndome: “¡Haz algo! ¡Haz algo! ¡Hazlo ya!”
Por no escucharlas me encierro en le baño de donde me pille en ese
momento. Mis dedos buscan apaciguar de forma mísera un calor que me quema por
dentro, que no para, que prende incluso cuando ya creo que ha acabado.
Más de un día,
mi excitación era tan intensa, que no he sido yo sola la que se ha desfogado
con mis gemidos. Otras voces, en baños contiguos, de hombres, de mujeres,
encontraban en mis gimoteados pasionales, en mis ganas de liberarme, un
consuelo para sus vidas monótonas y sin saberlo, éramos tres, cuatro, cinco,
gritando y gozando a la vez, cada uno a solas, sin tocarse, pero uno al lado
del otro. Tras el éxtasis de una orgía no pactada, las miradas se cruzaban,
solo eso, y de vuelta a la rutina sin más.
Deseo verte.
Deseo desnudarte. Deseo comerte. Deseo ver tu mirada clavarse de deseo mientras
observas que otras me tocan, que otros me acarician, que no somos dos, nunca
dos, pues a ti no te gustan los números pares.
Vuelve pronto,
cuando desees. Vayamos en mitad de la noche, a reclamar más espectadores que
busquen lo mismo que nosotros, que se acerquen al coche con sus viriles
intenciones bien visibles ante nuestros ojos. Luego, sólo si tú quieres,
abriremos las ventanas y dejaremos que más de unas manos traviesas se posen en
mi cuerpo mientras tú, vas marcando el ritmo, sin prisa, sin pausa, dejando que
todo se caliente más y más y más. Sólo entonces, cuando el desenfreno carnal
llegue de nuevo a ser parte de una noche cualquiera, la pasión encontrará por
fin consuelo en algo más que una mano demasiado conocida y cansada.
¡Hasta pronto!
BJ
PD: No tardes.
La excitación lascivamente lujuriosa me rebasa, me condena, me persigue, me
envenena. ¡No quiero jugar más a solas! Vuelve para que jueguen todos conmigo a
tu juego.
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